Las Canciones Que Somos

31. Las flores que mueren en otoño Parte 2

Al mismo tiempo en un lugar diferente.

31.

Ray Mayher

Talvez hablar las cosas no es solamente una necesidad, sino en ocasiones la única opción que se tiene.

Hablar, hablar, hablar, sino hablas te ahogas, si no hablas retienes todo, sino hablas nada mejora, hablar, hablar, hablar.

Nunca me ha gustado hablar.

Las personas aman hablar.

Le he dado mil vueltas a todo, y parece que voy en círculos, termino en el mismo lugar, quizás porque las decisiones que tomo no harán que todo cambie, me llevan a este punto.

Estacionó el auto frente a su casa, pero no me bajo, no de inmediato, al menos. La música suena, happier de Olivia Rodrigo invade el pequeño espacio donde me encuentro, espero que no sea tan pequeño.

Me temo que no deseo darle final a nada, no estoy listo, pero las cosas deben terminar, si es que hay "algo" que se pueda terminar en primer lugar. Lo he atrasado todo lo que he podido, pero creo que el tiempo está yendo más rápido de lo que quisiera.

Y si esto, esto que me esmero por llevar dentro no finaliza, no lo hará nunca, no soy tan valiente.

Abro la puerta, y el estruendo que me da al cerrarse me hace arrepentirme de inmediato. Las cosas no deberían ser así, mierda, me lo plantee tantas malditas veces, pero que se haga realidad no se puede comparar ni un poco.

Estoy aterrado.

No quiero...

No quiero ser rechazado.

Voy hasta la casa, la acera de la entrada esta como hace dos años, todo está igual, pero ha cambiado, claro que lo ha hecho. Las ventanas de la entrada tienen otro color, las plantas que la mamá de Ema sembró están enormes, todo ha cambiado y es horrible.

A veces olvidó que la vida sigue, se sigue moviendo con o sin nosotros, y si no tomamos el tren, ella seguirá, nos quedamos atrás.

Subo las 3 gradas y me encuentro con la puerta de la entrada, los nervios me atacan de nuevo, cada rastro de valentía que me esforcé por recolectar se ha perdido en un segundo.

Me agarró el pecho, mi corazón grita por auxilio, grita porque no estoy listo para esto, pero sabe que no podemos retrasarlo más, que eso solo nos hará daño.

Tocó la puerta, una, dos y tres veces. Y no tengo que esperar mucho, pues al otro lado no tardo en escuchar pasos rápidos, y a pesar de que todo se están sintiendo como un final, no me atrevo a pensar mucho, me preocuparé por eso luego, ahora necesito empezar a dar pequeños pasos, necesito esto para empezar de cero.

La puerta se abre lentamente, un cabello rojizo asoma, pero no es exactamente el de la persona que esperaba. Por lo que suelto un largo y sonoro suspiro.

—Ray Mayher—. Bess al otro lado de la puerta me dedica una sonrisa. —Pero niño, ¿Cuándo has vuelto?

Sale para abrazarme, la ultima vez que vine no estaba en casa, así que no la había visto. Y era lo mejor, después de como fue esa vez, quisiera que ni Ema lo hubiera presenciado.

—Llegue hace un tanto, señora Bess. Pero no estaré mucho, me voy en unos días.

—Ahh es una lástima, estás tan grande, cariño—. Me sonríe de forma nostálgica, y se apoya en el marco de la puerta. —Vaya que crecen rápido ¿Has visto a Ema?—. Asiento con unas sonrisa, claro que le he visto. —A que está preciosa, es igual que yo de joven.

Le falta poco para inflar el pecho de orgullo.

—Apuesto a que si, señora Bess—. Me tomo tiempo de observarla, y noto las arrugas de sus mejillas que antes no estaban ahí, está sonriendo de una forma hermosa. Ema si que se parece mucho a su mamá. —Hablando de Ema ¿Está en casa?

—Oh no, salió hace un rato. Fue hasta la tienda por algunas cosas—. Se queda pensando, parece estar entre hablar y no hacerlo. —Ha estado distraída.

Me quedo en silencio. Pensando donde podrá estar exactamente, en Insane hay bastantes tiendas.

—Señora Bess...—Muerdo mi labio, inseguro de lo que estoy a punto de soltar. —Me gusta Ema ¿Sabe?—. No se exactamente porque sentí la necesidad de confesarlo, pero admito que se siente bastante bien. En Bess no hay sorpresa, me dedica una sonrisa triste, y se exactamente porque.

—Lo sé Ray, y creí que ustedes... bueno, eran jóvenes y tontos. Aún lo son. Pero Ema, bueno Asher y ella, ya sabes...

—Lo sé—. La corto, siento como si estuvieran llenando de sal una herida que está aún muy reciente. —Pero, quiero decirle, quiero finalizar con esto—. Se me queda viendo atenta, y quisiera cubrirme el rostro por la vergüenza. —Quiero darle un final, lo necesito.

Necesitaba hablar.

—Eres muy valiente cariño, y apoyo lo que sea que vayas a hacer—. Pone su mano sobre mi hombro y le da un apretón suave. —Va a doler, porque el amor a veces duele, pero ten por seguro que la decisión que tomas es la correcta—. Me suelta para después añadir. —No será nada que no puedas soportar.

—Gracias, Bess—. Con todas las fuerzas que me quedan, le dedico una sonrisa sincera.

Y doy algunos pasos, hasta llegar a las gradas, dando una última mirada, ella está en la puerta sin despegar su mirada de mi, luce dulce, y no puedo evitar que me recuerde tanto a la chica que me gusta.

—¡Dejare mi auto aquí!—. Aviso, quizás es hora de enfrentar muchas cosas.

—Esta bien, cariño.

(...)

Y esta es la primera vez.

La primera vez que le doy la cara a mis miedos.

Las calles de Insane, están iguales, algo desgastadas, en la calle lucen algunos puntos descoloridos que en algún momento fueron una línea blanca brillante, hay casas que parece que siempre estuvieron ahí, puestos de todo tipo. En el cielo hay entre azul y toques de amarillo tenue, el viento está frío, las ultimas hojas de la temporada van en dirección contraria de donde yo me dirijo.

Había andado en auto de aquí a allá desde que llegué, todavía no podía enfrentarme a la vida que tuve aquí, a todos los recuerdo que forme esos dos años, aun se sienten como golpes que tientan contra mi firmeza.

Y tenia la idea de que me quedaba muy poca.




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