Las Caras ¿del Amor?

PARTE 03

—¡Kitty, no corras, espera! — Fue muy tarde cuando Sebastián reaccionó, un auto cruzo a alta velocidad sin detenerse, sintió que su corazón se paralizó, el horror de la idea de perderla se apoderaba de él, no sabía si moverla o no, pero no podía perder tiempo estaba casi a mitad de la nada, solo había parado a comer algo en un restaurante en medio de la nada, había aprendido a la mala, que no en todos los lugres le agradaban sus compañeras de aventuras.

—Enciende, carajo, no ahora, por favor.

Suplicada aún con ella en sus brazos y con Arnulfa en una mochila especial sobre su espalda, era como si todo estuviera en su contra, estaba por llorar de la rabia e impotencia hasta que un auto del tipo clásico se detuvo a un lado de la carretera, no veía con claridad por lo nubloso de su vista debido a las lágrimas que amenazaban con salir.

—¿Te puedo ayudar en algo? Creo que pasé una veterinaria kilómetros atrás. —Como si se tratara de una película donde hacen un enfoque a los protagonistas, se escuchaban un maullido, un pequeño quejido y los ojos puestos sobre la mujer, quedaron estáticos. Arnulfa, quería salirse de su sitio seguro,

—Sí, por favor —fue lo único que pudo pronunciar, La mujer le impactó con su mirada, ese celeste tan claro en el iris, parecía como las mujeres que aparecen en las revistas sobre la mesa de su urólogo.

Ella abrió la puerta de atrás, mientras Sebas la dejaba para luego quitarse la mochila. Ella no dejaba de mirar hacia donde ellos, también le había impactado el hombre, pero mucho más el verlo así de angustiado y con gente pasando a su alrededor sin detenerse a ayudar o hacer algo.

—Demoraremos cinco minutos, manejaré lo más rápido que Doris, me deje avanzar.

No le prestó atención a lo que decía, estaba realmente asustado por la pequeña Kitty que se quejaba ligeramente. Lo peor de todo, es que su sangrado lo atemorizaba, se creaban muchos escenarios en su cabeza.

—Pon su mentón sobre tus rodillas, no presiones su cuerpo a revisar nada, cualquier movimiento podía ser contraproducente.

No sabía de dónde sacaba eso, tal vez era tanto ver documentales de animales cuando volaba en primera clase.

—Vamos, preciosa, mírame, no asustes a papá, ya vamos a llegar. —Las lágrimas le ganaron, no podía perderla, ella era parte de su princesa, además de que era parte de su vida. No eran solo animales, eran su vida.

—Ya llegamos, espera yo te ayudo.

—¡Alguien, aquí! ¡Por favor! —Gritaba ella, era como si compartiera su angustia, hasta que alguien salió y tomo a Kitty sobre sus brazos.

—Esperen aquí, tranquilo va a estar bien.

El rubio, se secó las lágrimas, y trató de esperar pacientemente, mientras que Eva recogía a Arnulfa, se aventura a sacarla de su caparazón por temor a que también esté padeciendo, después de todo no eran solo animales.

—Tranquila, pequeña, tu amiga va a estar bien.

Cuando Sebastian, alzó la mirada, era como ver un ángel, ahora la veía bien, era una mujer hermosa, su cabellera castaña, sus largas piernas y su diminuta cintura como si fuera de aquellos moldes de atelier, sumado a sus ojos tan llamativos, pero lo más impresionante, tenía a Arnulfa sobre sus brazos, sin que esta quisiera arañarla o intentando escapar como Houdini bajo el agua, la minina estaba como relajada, hasta ronroneando. Por algún momento su mente le jugó una mala pasada, una imagen de su pasado vino a su mente, su Eve con la minina en brazos, pero se deshizo de ella rápidamente, debía poner toda su concentración en los vivos.

—¿Cómo está la hermosa?

Otra vez algo de su pasado, esa frase.

—¿Cómo está mi hermosa bebé? ¿Cómo está la nena de mami?

—Ella está en revisión, no me han dicho nada, disculpa por todo esto, no he tenido tiempo de preguntarte ni tu nombre.

—Cierto, me llamo Evangelina, pero puedes decirme, Eva, si gustas. Está hermosa de aquí, se porta muy bien, sabe que su papi está algo nervioso, porque tu hermanita está algo herida, pero se pondrá bien. ¿Verdad?

En ese salió un médico veterinario, quien, por un segundo, quedó maravillado con la mujer que veía, era su fan número uno, tenía hasta artículos donde ella salía. Era como ver a su rock star preferida, pero debía ser un profesional.

—Muy buenas tardes, la perrita, tiene una pata dislocada y le estábamos aplicando medicamentos, yo recomendaría que se quede esta noche y mañana pueden venir por ella, este es mi teléfono —Sin ningún tipo de cobardía, le entrego una tarjeta a Eve, quien se sorprendió.

—Doctor, disculpe, pero el tutor de la preciosa es él no yo.

—Lo siento, aquí tiene y otra para usted también, nunca se sabe—. Cuando le entregó la tarjeta a Sebas, este la arrugó inmediatamente, sentía una aversión sin sentido por aquel hombre.

—No lo veo muy profesional que digamos, no confió en ese sujeto.

—Averigüé en redes y es un renombrado, médico veterinario, además te dijo que ella estará bien. ¿No es algo digno de celebrar? —Ella misma se sorprendió con aquellas palabras, no lo conocía, pero una extraña conexión, hizo que se sintiera tan cómoda, que anuló cualquier barrera que debería ponerle. En cambio, él se sentía reacio, no podía negar que su presencial le daba sensaciones extrañas, pero que carecían de lógica, pero tampoco quería aprender a comprender.



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En el texto hay: redención, perdon, amor

Editado: 06.12.2025

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