Las Caras ¿del Amor?

PARTE 08

—Mejor me voy.

—No puedes hacerlo, prometiste quedarte conmigo al after party, solo ahí tendré oportunidad de interactuar con las modelos.

Sebas , lamentaba su promesa, ahí estaba ella, al parecer su destino, o el karma, porque después de todo, la había corrido de manera no muy caballerosa aquella vez. Tal vez solo por educación, debería pedirle disculpas.

Al finalizar el desfile, el público se puso de pie, ovacionando al diseñador y su musa, quien muestra una sonrisa y recibe un ramo de rosas de uno de los modelos que participaron con ella, algo que provocaba una rabia inexplicable en el rubio bonito.

—Idiota,

—¿Decías algo primo?

—No nada—Respondió el, tomando de golpe el contenido que había en su copa. Los minutos pasaron y todos los invitados fueron llevados a otro tipo de ambiente, uno donde se confundían, invitados con modelos, quienes, como pieza de maniquí, modelaban los vestidos, algunas mujeres comentaban, y hacían una señal para pedir uno de aquellos.

—Las viejas estiradas hacen esa ridiculez, como si no fueran modelos y solo muñecas modelando, esa es la parte de la industria que no me gusta, pero veo que la musa es otra cosa, el diseñador no se aparta de ella, es realmente hermosa. Como un ángel, lástima que no esté en mi rango.

—¿De qué hablas?

—Entiende, no le gusta lo mismo que a mí, además se nota un poco incómoda, cuando una de las chicas la queda mirando, como la miro yo.

—Se supone que tiene novia, o eso me dijo—Pensaba el, mientras no podía dejar de mirarla, en ese momento, Lorena hizo un gesto de fastidio.

—No puedo creer que venga esa mujer insoportable.

Cuando Sebas vio hacia dónde dirigía la mirada Lorena , pudo observar de quién hablaba, era Jade, la mujer de la que su hermano le había hablado más temprano.

—Ivana, más te vale que esto no haya sido una trampa, confabulada con mi hermano. —Expreso el rubio con un tono de molestia en su voz.

—Nada que ver, si algún día decides salir con ella, dejas de ser mi primo, esa mujer es insoportable, una bruja en toda la extensión de la palabra, cuídate primo que donde pone el ojo, pone la bala y no descansa, no caigas en sus garras por favor — Junta las manos a modo de súplica.

—Hola, Nena.

—Soy Lorena, bruja. ¿Qué haces acá? Se supone que es un evento exclusivo.

—No me voy a gastar respondiéndote, hola, rubio guapo, ¿por qué es tan difícil contactarte?

—Soy un hombre muy ocupado; si me disculpas, iré a mirar un poco en los alrededores.

Sin dejar de mirar, cuando Eva se alejaba de todos, ella estaba algo cansada; prepararse para cerrar un desfile no era fácil: pruebas de vestuario, centenares de ajustes, ensayo de caminata, además de soportar las miradas llenas de envidia de las demás modelos, que la veían como una aparecida, una italiana que acabada de llegar y ya tenía a algunos diseñadores absortos y embobados con ella.

—Hola, Eva— Esa voz erizó cada bello de piel; lo había visto, sabía que estaba ahí, pero no quería creerlo o aceptarlo.

—No sé si saludarte con un hola o simplemente ignorarte; creo que iré por la segunda opción. Iba a seguir de largo, pero él la tomó de la muñeca. Sus miradas se cruzaron, recordando aquel beso. Era inevitable que su mente no volara a aquella sensación, que las mariposas empezaran a aparecer.

—Quisiera pedirte disculpas, no fui muy caballeroso la última vez que nos vimos.

—Te portaste como un imbécil, no me mires así, no tengo por qué no decirlo. —Sin embargo, tampoco era capaz de decirle que gracias a aquel beso, tomó el valor para hacer lo que no había hecho en los últimos años, dejar a Lana, una situación difícil, angustiante que aun en las noches le provocaba pesadillas, el llanto de la mujer que la amaba tanto, que había sido su soporte, le había roto el corazón a la única persona que había estado ahí para ella.

—Lo acepto, fui un imbécil.

—Por supuesto, además, tú fuiste quien me había besado y me trataste como si yo te hubiera robado la castidad o algo así.

—¿Siempre eres así?

—¿Así cómo? —preguntó ella.

—Dices lo que piensas.

—No debería decírtelo, pero la verdad, es como si sintiera que debo hacerlo, que si me lo guardo al final la perjudicada sería yo, como si la verdad fuera lo más importante en mi vida.

—Si hubiera dicho la verdad desde un principio, un ángel no estuviera rodando sus alas en el cielo—Pensaba en él, sintiendo en su pecho, aquel dolor que había disminuido con el paso de los años, pero que seguía ahí, el haber destruido a la persona que solo merecía ser amada y venerada.

—Te quedaste callado o ¿En qué piensas?

—Yo estoy bien, solo quería saber si me disculpas por haber sido ese imbécil que dices y acepto que lo soy.

—Por fin, dices algo inteligente.

—Pensé que adorabas Italia, ¿Qué te trajo hasta aquí? —Quiso cambiar rápido de tema, tenía un ego y ella lo estaba pisoteando.

—La verdad es que terminé con mi novia y quise empezar de nuevo, pero Giacomo se enteró de mi viaje y dijo que no podía dejarme ir y las cosas se fueron dando de esta forma.



#2290 en Novela romántica
#810 en Chick lit

En el texto hay: redención, perdon, amor

Editado: 06.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.