Las cartas con las que me despido

Carta III

Martes 3 de noviembre del 2020

Vito:

Escribir sobre la muerte me apasiona. Tengo recuerdos de mí como niña creando personajes y su muerte trágica en mi cabeza incluso antes de convertirme en escritora. Por supuesto que para la edad que tenía mi concepto de “muerte trágica” era muy diferente a la de ahora.

Aún lo sigo haciendo. Lo primero que hago al comenzar una novela es fijar la muerte menos esperada y más dolorosa posible para el lector. Mi intención siempre será que lo amen primero y después arrebatárselos inesperadamente o que lo odien al principio y al final no puedan hacerlo más porque su muerte fue tan injusta. Sí, soy esa clase de escritora. Ansío que mis lectores me amen y odien por esa razón.

Trato de no manifestar este gusto en público porque automáticamente me consideran rara, desquiciada, desalmada…

En navidad le leí a Cindy la muerte de un personaje de mi novela. Amireth escuchó y a los cinco minutos pidió que parara de leer porque lo que escribí le pareció inquietante y la ponía nerviosa.

“¿Por qué estás hablando de eso? Cambia de tema, me da escalofríos, hablen de algo más feliz” dijo.

Me sentí victoriosa, como escritora había triunfado. ¡Sintió la muerte de alguien ficticio! Tuve unas inmensas ganas de continuar y leer más alto para inquietarla, pero me detuve, supuse que creyó no tenía corazón.

Desde siempre me ha gustado escribir sobre la muerte, aunque no la comprendiera del todo. Jamás había presenciado una muerte cercana, imaginaba lo que conllevaba, pero no tenía alguna experiencia.

Como referencia usaba lo que mi mamá cuenta. Ella describe la muerte de mis abuelos como algo desgarrador, le es imposible no llorar al recordarla, y en cada recuerdo que menciona no puedo evitar pensar… Hubiera sido increíble conocerlos, pero no me duele su partida. Si las cosas hubieran sido diferentes, estas palabras no hubieran sido escritas. No fue así, cruelmente el pensamiento persistirá.

Luego sucedió. Moriste. Poco a poco, frente a los ojos de todos. Preparándonos inconscientemente para el suceso. Día a día atravesando tu enfermedad. Lo estaba viviendo, la muerte acercándose a mi familia, deteniendo tu corazón hasta no dejar más.

Como dije, moriste, poco a poco, frente a los ojos de todos y, aun así, fue totalmente inesperado.

Aquel día lo entendí. La muerte es desgarradora y no como me lo había imaginado. Por primera vez comprendí del todo el dolor de mi mamá.

Sabía que era tristeza, dolor y anhelación interminable por tener viva a tu lado la persona fallecida, así que sobre eso escribía. Con tu muerte comprendí que era algo más…

Lágrima tras lágrima y no ver el fin. Llorar sin tener los ojos cristalizados. Presenciarte en todos lados y a la vez sentir que te he olvidado. Querer café y pan a la hora de merendar para sentirte cerca. Ver tu ropa e imaginar en que ocasión la hubieras portado. Entrar a tu cuarto y sentir que te invado. Contar todas las veces que te dije “te amo”. Extrañarte y odiar la vida porque no hay intercambio alguno que te haga regresar. Recordarme besando tu ataúd y saber que no habrá más oportunidades en las que lo pueda volver a hacer. El constante deseo de abrazarte por última vez. Soltar al aire las palabras que pude haber dicho como despedida y reconocer que de haber tenido la oportunidad nada habría sido suficiente. No dejar de preguntarse si realmente se está después de la muerte, si tu espíritu ronda por ahí o si realmente dejaste de existir…

La muerte es eso, más y a la vez nada.

Te extraño, desearía tenerte conmigo o tan siquiera haber estado más tiempo contigo cuando podía. Te amaré, siempre te amaré. Y aunque el dolor persistirá debo confesar que estoy bien con tu partida.

Tu muerte significo para mí esto. Sentir aún más pasión al escribir sobre morir. Ahora cada vez que lo hago revivo tu entierro y te escribo porque, aunque en un principio no lo entendía, la muerte es pureza y por eso escribo sobre ella.

No es rareza, no es desquicio, no es desalma… es amor, es dolor, es tristeza, es indescriptiblemente horrible, pero me hace adorarte y me recuerda constantemente la razón por la que fuiste y serás alguien importante para mí.

Encontraste una nueva forma de convertirte en mi inspiración.

Gustosa estoy de repetir que estás en cada una de mis palabras, alentando mis historias y viviendo en mi corazón. Nunca pude decírtelo, pero te aseguro que en mis novelas estarás, tu recuerdo nunca morirá, en cada uno de mis lectores revivirás.

Hoy más que nunca digo con sinceridad que te amo y que no importa los años que pasen siempre me harás falta.

Tu nieta y escritora favorita…

Jenny Sanjuanita



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En el texto hay: jennysanjuanita, jenny, sanjuanita

Editado: 03.03.2021

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