Las cartas de amor, que jamás te dí

Carta N°14:Entre la sombra y la luz

No me haré la fuerte. ¡Ya no más!
No sirve de nada mentirle a todos; creer mis propias mentiras no cambia nada.

Mi vida es un desastre, siempre lo fue, desde que era niña.

Recuerdo cada detalle de la noche en que mi pesadilla comenzó: mi padre, el hombre que se suponía debía amarme y protegerme, fue quien más daño me causó.

Y en medio de tanto dolor, llegaste tú a mi desgraciada vida, trayendo un destello de felicidad. Pero fui tan cobarde que tuve que huir de ti, causándote un dolor tan grande que jamás me lo podré perdonar.

Hoy me siento derrotada, sin fuerzas para continuar. La depresión que me envuelve es tan profunda que no encuentro razones para seguir respirando.

Busqué tu perfil en las redes sociales y por fin te encontré.

Parece que no te has casado ni estás en pareja.

Al parecer, la soledad te acompaña, como a mí.

Tus gustos no han cambiado; sigues amando el frío, las noches de lluvia, la misma música... Todo en tu vida parece detenido, igual que cuando decidí marcharme.

Pero algo me dolió en lo más hondo. Vi tantas publicaciones tuyas hablando del corazón roto. No quiero creer que hables de mí; ya pasó tanto tiempo. Pero me dolería más pensar que nadie ha sabido valorarte y que sólo has sufrido.

Mi amado David, sigues siendo tan hermoso. Estuve a punto de enviarte una solicitud de amistad, pero me negué.

Ya te causé demasiado daño.

Después de todo, sigo casada, aunque no sé por cuánto tiempo más.

Si alguna vez logro superar todo esto, le pediré a Leandro el divorcio. Y tal vez, si encuentro el valor, pueda volver a tu vida.

Entre la sombra, aún guardo la esperanza de reencontrarte.

Te amo.

Amelia.




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