A dos años de habernos reencontrado…
Me hiciste la mujer más feliz del mundo: me pediste que sea tu esposa.
Acepté sin dudarlo, aunque te pedí que la celebración fuera sencilla. Después de todo, yo ya estuve casada.
Pero, por supuesto, no aceptaste mi condición. Dijiste que habías esperado demasiados años para convertirme en tu esposa… y que querías celebrarlo a lo grande.
Y aquí estamos.
¡Ya llega el gran día, mi amado ángel!
Mañana, por fin, seremos marido y mujer.
La felicidad que me invade es infinita.
Me siento tan afortunada por tener esta segunda oportunidad a tu lado.
No puedo dormir.
Estoy ansiosa, nerviosa, feliz…
Una mezcla de emociones que me atraviesan por completo.
Solo sé que te amo, y que quiero hacerte feliz cada día de mi vida.
Quiero redimirme por todos esos años en que te dejé solo, sufriendo.
Quiero que los únicos recuerdos que tengas conmigo de ahora en adelante… sean felices. Como debieron ser desde el principio.
No todos los finales son tristes… algunos son segundos comienzos vestidos de blanco.
Mañana, amor mío…
Serás mi esposo.
Y yo juro amarte, cuidarte y respetarte hasta que la muerte nos separe.
Por siempre tuya,
Amelia.
#3059 en Otros
#900 en Relatos cortos
#6517 en Novela romántica
drama dolor muerte, romance amistad, amorincondicional amorverdadero
Editado: 27.05.2025