David
Amelia se ha ido para siempre.
¿Cómo se sigue viviendo con esa ausencia?
¿Cómo respirar si el alma ya no está?
¿Acaso no pensaste en mí, amor mío? ¿No pensaste en lo que tu partida haría conmigo?
Esperé por años para tenerte a mi lado. Soñé con darte todo, con curarte cada herida.
Creí que eras feliz conmigo. Que juntos podíamos vencer todos los fantasmas.
No cumplimos todos nuestros sueños, Amelia…
Nos faltó tanto. Nos faltó todo.
Una semana. Ya ha pasado una semana desde que te fuiste a un lugar donde, quizás, ya no duele.
Y me dejaste solo.
Busqué consuelo en tus cartas…
Jamás imaginé que durante tantos años escribiste para mí.
Cada palabra tuya es un tesoro y un puñal. Un regalo y una herida.
Yo también te escribí, ¿sabés?
Poemas que nunca te di. Palabras que se me quedaron atrapadas por cobarde, por distraído, por no saber que el tiempo era tan corto.
Desde que nos conocimos supe que eras mi destino. Aunque la vida nos alejara, aunque el tiempo intentara borrar lo nuestro, estabas escrita en mi historia.
Fuiste, sos y serás el gran amor de mi vida.
Mi preciosa de ojos café…
Yo también me siento débil.
Yo también me rindo.
Mi vida siempre fuiste vos.
Espérame… ya voy a tu encuentro.
---
Esa misma noche, David se lanzó al vacío. En busca del único lugar donde podía volver a sentirse completo: los brazos de Amelia.
Existen amores tan grandes, tan infinitos, que cuando uno se va, el otro simplemente no puede quedarse.
Ellos se amaron hasta el final de sus vidas.
Ella cumplió su promesa de amarlo por la eternidad.
Él cumplió la suya de amarla hasta el último suspiro.
FIN
#1068 en Otros
#201 en Relatos cortos
#3088 en Novela romántica
drama dolor muerte, romance amistad, amorincondicional amorverdadero
Editado: 27.05.2025