Las cartas del destino

CAPÍTULO 5

SANTIAGO 

— Te comportaste com un idiota con la novia de Brian — Esa fue toda la cantaleta de Yamy durante todo el camino. La ignoré porque venía manejando, además creí que se le olvidaría el tema. Pero estando en el apartamento seguía con lo mismo — ¡Ella no tiene la culpa, que tu padre te haya traído de vuelta! 

Es que Brian había escogido el peor día para presentarme a su novia. Desde que regresé, lo que menos tenía era humor para conocer a nuevas personas. 

— ¡Puedes parar ya! — Grité furioso — ¡Pareces una niña pequeña! — Me miró furioso y se fue a su habitación. Yo me acerqué al pequeño bar que teníamos en el apartamento y me serví unos buenos tragos.

Odiaba estar en este lugar, en China me encontraba bien. ¡Maldita Yaritza! Su obsesión había llegado demasiado lejos.

Yaritza fue mi novia en preparatoria. La muy estúpida que engañó con un tipo. Yo realmente la amé, le ofrecí una vida al lado mío y tiró todo a la basura. Pero no contenta con el hecho de haberme engañado, fue detrás de mí.

Provocó un accidente en el que íbamos en un auto. Desde ese momento arruinó mi vida. 

— ¡Recuerda no emborracharte! — Gritó Yamy desde las escaleras — Mañana es tu primer día de trabajo y a tu padre no le gustará si vas de cruda.

— ¡Yamy lárgate! ¡No quiero escuchar tus sermones! — Me obedeció y regresó a su habitación.

Yamy era mi prometida, más bien, era mi prometida fingida. La conocí desde hace cinco años. Creí que ella lograría revertir mi problema, pero no fue así. Se convirtió en mi amiga desde ese momento. Ella necesitaba a un hombre que fingiera ser su novio y yo necesitaba también lo mismo. 

Así que desde ese momento, fingimos nuestro noviazgo y ahora hasta nuestro futuro matrimonio. Ambos ganamos en el trato, su familia la dejó en paz y yo logré crear una imagen a base de apariencias. 

¿Cuál era mi problema? ¿Cuáles fueron las consecuencias del accidente que provocó mi ex? 

¡Impotencia masculina! 

No he podido tener sexo con ninguna otra mujer. Desde hace diez años no sé lo que se siente penetrar a una mujer, tomarla por las caderas y hacerla gritar de placer, desde hace diez años no he podido eyacular y eso ha provocado en mí, convertirme en un hombre frió y sin sentimientos. 

Eso dicen mis empleados, pero no tienen idea a la frustración que debo enfrentarme cada día. No encontrar a la mujer que revierta mi problema, que me haga sentir el éxtasis recorrer mis venas. 

El día que la encuentre, lucharé contra lo que sea para que se quede a mi lado.

 

(...)

 

— Te dije que no te pasarás de tragos, ahora te ves pésimo.— Yamy despertó regañandome, en ocasiones parecía mi madre.  — ¿Que va a decir ahora tu padre? 

— Ni siquiera va a darse cuenta, ¡Nadie va a darse cuenta de mi estado!. Tú lo haces porque me conoces. 

Llegamos al enorme edificio de Jackson Company, era uno de los más grandes de la ciudad. Me enorgullecía ser el nuevo jefe, si algo me caracterizaba era mi buen liderazgo y la habilidad para tener a todos a mis órdenes. 

Lo único que odiaba era tener que entrar por la puerta principal. El día de ayer había tomado un camino diferente para no  toparme con ningún empleado, pero mi padre me exigió que debía hacerlo por la entrada principal. 

Iba con mi mejor traje, el que me tallaba mejor. Siempre he tenido una reputación sobre todo con las mujeres y aquí iba a lograr lo mismo. Que todas murieran por mí. Había conocido mujeres de todo tipo, color, cuerpo y carácter, pero ninguna provoca nada en mí. 

— ¡Isa buenos días! — Yamy fue la primera en saludar de manera muy amigable a la novia de mi amigo. La observé por pocos segundos, no estaba nada mal. Brian siempre había tenido buenos gustos y al parecer esta vez no se había equivocado. 

— ¡Buenos días señor Jackson! — Habló la otra mujer que se encontraba en la recepción 

— Buenos días — Respondí de manera indiferente. — Buenos días señorita Bellemore — Dije esta vez dirigiéndome a la novia de Brian, quien se sorprendió ante mi saludo. Pensaba que no recordaba su nombre, pues estaba muy equivocada. Incluso recordaba toda su conversación con Yamy. El fingir que eres indiferente a una situación no significa que no preste atención. 

— Buenos días, Señor Jackson. Bienvenido a Jackson Company — Me sorprendía que me dirigiera la palabra y más aún  con tanta seguridad, después de lo anoche pensé que estaría tartamudeando o sin siquiera hablarme, pero fue todo lo contrario. — Don Rodrigo lo espera en su oficina — Asentí y me dirigí hacia el ascensor. 

— ¡Yamy, apresúrate! — Ordené. Observé a la novia de Brian por unos segundos mientras se cerraba el ascensor. Su amiga le decía algo en el oído y ella se negaba. 

— La novia de Brian me agrada, no solo por el hecho de haber logrado que mi primo se humillara para lograr ser su novio. Si no porque no se doblega a idiotas como tú. — Bufé más no respondí, no quería empezar una discusión con ella. 

— ¡Bienvenidos! — Esa fue la primera palabra que recibí por mi padre. Se acercó y me dio unas palmadas en mi espalda. Se acercó a Yamy y le brindó un fuerte abrazo. Mi padre quería mucho a mi novia y él era una de las razones por las cuales habíamos puesto fecha al matrimonio. Cada vez que nos reuníamos su mensaje era el mismo “Llevan mucho tiempo de novios, ya deberían de casarse” lo mismo pasaba por la familia de Yamy. 

Así que habíamos puesto fecha, sería dentro de seis meses. Yamy no tenía nada que perder, no le importaba casarse conmigo, porque ella no quería a nadie. Ella decía que el amor no existe para ella, pero era algo que su familia no comprendían, por lo que no dudo en aceptar mi trato. 

— Gracias padre — Me acerqué a la silla de otro lado del escritorio y me senté. Me sentía como rey tomando su nuevo trono. 

— Santiago te recuerdo que esta es la empresa más importante de la familia, no lo heches a perder. En un mes regresaré con tu madre. Espero encontrar todo esto igual o mejor a como te lo estoy entregando. 




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