Las Cartas -Dorsetshire 1

Capítulo 22

Buenas noches, les dejo otro capítulo, espero les guste.

Abrazo y buen fin  de semana.

PD: Si hay errores los corregiré mañana, ya es muuuuyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy tarde aquí, pero no quería dejar escapar la inspiración, ya demasiado esquiva es.

PD2: Si tienen alguna pregunta ( OBVIAMENTE QUE EXCLUYA EL CUANDO ACTUALIZO) sobre la historia o que les de curiosidad, intentaré responderla.

Ahora sí, abrazos dobles.

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Leonard desayunaba junto a su padre en el jardín, desde su regreso se había hecho un hábito que les sirvieran el desayuno allí si había buen clima. Sus padres, sabiamente, habían entendido que necesitaba tanta luz como fuera posible y aire puro para limpiarse de la guerra. Su madre los acompañaba usualmente pero en esta ocasión estaba demasiado entretenida con su jardín.

-Madre, ven a desayunar – insistió Leonard.

-En un momento, cuando termine de echarle fertilizante a mis rosales. Vi que los de Mary Floyd ya tienen brotes y los míos aún no – explicó.

Leonard descubrió maravillado que su madre era parte de aquella cofradía que gozaba de presumir sus plantas a las demás o que entraba en una tenaz competencia por ver qué jardín recibía más elogio, de no ser por las cartas no habría sabido que existía aquel submundo entre las mujeres de Dorsetshire y ahora descubría que también su madre era parte de ese grupo. Sonrió. La vida cotidiana estaba llena de pequeñas batallas, logros y milagros. Las personas que amaba y conocía también tenían miles de aristas que él había ignorado antes, pero ahora se había vuelto un observador nato, reparaba en detalles y en todo lo pequeño. Quizás porque las cartas de Balzac lo habían cambiado para siempre, quizás porque había afinado sus sentidos y emociones para encontrarla.

Aquella tarde decidió probar su suerte yendo a la pastelería de Millie Peackot, al menos si no encontraba a la misteriosa mujer que lo tenía hechizado, se consolaría comiendo dulces.

Al llegar al local, hizo un pedido completo según las instrucciones de las cartas, pidió pan recién hecho, aunque se enfriara camino a casa, y una docena de tarteletas de manzana, de fresas y de chocolate con nuez. Estaba a punto de darse un buen atracón y se preguntó si ella había cumplido su promesa de esperarlo para comer dulces, o no.
Aquel pensamiento le dio nostalgia, hubiera deseado poder tomar papel y tinta para preguntarle, extrañamente antes, estaban más cerca que ahora.

Estaba esperando que le empaquetaran su pedido y se estaba dejando arrastrar por la frustración cuando Josephine Lawrence entró a la tienda. Pareció sobresaltarse al verlo, aunque quizás solo fue su imaginación, pues fue algo fugaz en su expresión, al instante lo saludó cortésmente.

-Señor Knigth – dijo haciendo una leve inclinación.

-Señorita Lawrence- contestó él y se sintió molesto, aquella joven le había hecho zapatos con cortezas y hojas, creía que eso los había acercado, pero ella volvía a tratarlo como un extraño.

La señora Peackot salió a recibir a su nueva clienta.

-Josephine, querida, ¿qué te trae por aquí? Se te extrañaba.

-Buenas tardes, señora Peackot. Hemos estado muy ocupadas con los preparativos de la boda. Y justamente vengo por eso.

-Claro, claro. Dime qué necesitas.

-Mi madre quería saber si podrá prepararnos unas doscientas tarteletas de fresas con crema y otras tantas de chocolate para la boda de Lily.

-Oh, por supuesto, será un placer. Dile a tu madre que sí las haré, es una suerte que falte tiempo. Tu madre es tan organizada, además debe ser mucha la emoción de casar a su hija pequeña- expresó la pastelera y calló de golpe. Parecía haber recordado que Josephine aún era soltera y temió haber sido grosera.

-Sí, estamos todos muy entusiasmados- aseveró Jo, para salir de aquel silencio incómodo y la mujer asintió- Mi madre también quisiera saber el presupuesto.

-Claro, claro. Pasa mañana y calcularé bien, nunca hago en esas cantidades. Señor Knigth, espere un segundo que le traigo su pedido- dijo al pasar y él asintió. La mujer volvió casi al instante y entregó su pedido a Leonard.Luego se volvió hacia la joven.

-¿No llevarás nada para ti?

-No, gracias, tengo que seguir con los recados – respondió amablemente y luego de saludar,salió de la tienda. Leonard salió detrás de ella.

Josephine caminaba deprisa, y él debió apresurarse para alcanzarla.

-Señorita Lawrence – dijo al llegar a su lado y ella se giró hacia él, parecía molesta- Quería agradecerle su ayuda la vez pasada, pude regresar bien a casa – dijo y se sintió tonto al dar explicaciones que no le habían pedido.

-Me alegra que así fuera - respondió ella.

-¿Quiere una? – ofreció y ella lo miró confusa.Se vio obligada a detener su andar para prestar atención.

-Una tarteleta – dijo él mientras se apresuraba a abrir el paquete que llevaba en las manos- Me han dicho que son una delicia, parece ser que tienen efectos mágicos en quien las prueba. Nunca las he comido antes, así que voy a probarlas por primera vez, y como muestra de agradecimiento me gustaría ofrecerle una.

-No, gracias- respondió Leonard tomó una de chocolate y nuez y le dio un mordisco- ¡VAYA!-exclamó saboreando el dulce. Josephine lo observó.

-¿Le gustan?

-Me encantan. Debería volver a esa tienda y darle un abrazo a la señora Peackot.

-Creo que preferiría que compre más.

-Pienso ser uno de sus clientes más fieles. Por favor, tome uno. No agradecí que me socorriera.

-Me dio cintas nuevas- dijo ella y luego se reprendió mentalmente.

-Solo reponía las que sacrificó en mi nombre- respondió él y no le dijo que al verla entrar a la tienda se había fijado si usaba las cintas que le había regalado y se había sentido desilusionado al ver que no lo hacía.




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