Las Cartas -Dorsetshire 1

Capítulo 27

Leo dio unos golpecitos en el banco , a su lado, como  para invitarla a sentarse y Jo, casi como un animalito asustado, se sentó pero manteniendo tanta distancia como le fue posible.

-¿Entonces? – preguntó curiosa.

-Hubo  un tiempo que yo ni siquiera sabía que existían estas  Fiestas del té, pero alguien despertó mi curiosidad sobre ellas.  Se convirtieron en algo mítico que me daba mucha curiosidad, que despertaba mi espíritu aventurero – dijo él y Josephine bajó la mirada. Sabía que  era ella quien al contarle lo sucedido en la Fiesta del Té de la Señora Willhelmina Wilson había despertado aquella curiosidad en él- Debo agregar que desde que regresé, mi madre tiene una actitud sobreprotectora hacia mí, y me concede la mayoría de mis caprichos como si aún fuera un niño pequeño, también debo aclarar que mis caprichos no son tales, solo alguna comida especial, un tiempo a solas, cosas sencillas, hasta hoy. Apenas me enteré que ella asistiría a esta Fiesta del té, me propuse acompañarla, y ella aceptó.

-¿Y? – preguntó  intrigada.

-¿Quiere té? – ofreció y Josephine vio que tenía una tetera humeante y otra taza

- ¿Tiene su propio servicio de té?

-Es parte de la historia, también tengo  pastelitos.

-Acepto el té- dijo ella y él le sirvió y le alcanzó la taza. Estar charlando y bebiendo té en aquel lugar era casi  irreal.

-Tenga cuidado, aún está caliente- dijo.

-¿Va a seguir contándome?

-Un sándwich, los pastelitos están deliciosos , pero los sándwich merecen una oda – dijo él extendiéndole el plato para que ella se sirviera. Josephine tomó un sándwich.

-¿Cómo terminó aquí? – insistió y le dio un mordisco a la comida, en efecto era muy rica.

-Se lo dije-comentó Leonard satisfecho al notar que ella aprobaba el sándwich- En cuanto a mi historia, digamos que todo fue perfecto hasta que llegamos aquí. En ese momento tanto mi madre como yo tuvimos una revelación tardía, no era lugar para que yo estuviera, pero ya estaba aquí. Aunque la mirada sorprendida de la dueña de casa nos hizo recordar a ambos que yo ya no era un niño, y que los hombres hechos y derechos no asistían a las Fiestas del té, no a menos que fuera  invitado en circunstancias extraordinarias. La cuestión es que ya estaba aquí, era raro enviarme de regreso y mi madre no sabía qué hacer con su hijo adulto. Dio una excusa extraña de que ella no se había sentido bien y yo la había acompañado, y  así fui admitido a quedarme, aunque nadie supiera qué hacer conmigo.

-¿Y lo enviaron aquí?

-Oh no, la historia se pone más interesante. Resulta que no fui el único hombre que vino, apareció Cole Moore recientemente comprometido con Emma Taylor, y que ha entendido que ese compromiso la da derecho de acompañarla a toooodaaasss partes, incluida  una Fiesta del té.

-¡Oh! – exclamó Jo  tratando de contener la risa.

-Se está riendo por dentro lo sé, y yo caí en la misma categoría que él. Así que decidieron  sentarnos juntos, a él y su prometida, por supuesto. Debo decir en mi defensa que resistí estoicamente unos quince minutos, luego de verdad deseé arrojarle una tetera por la cabeza, aunque estoy convencido que la señorita Taylor  lo deseaba mucho más que yo. No entiendo si lo de Moore es solo exceso de devoción, o simple estupidez, pero es asfixiante. Algunas amigas de ella se habían acercado, así que aproveché para huir. Pregunté si tenían una biblioteca, y adivine qué.

-¿No la tienen?- aventuró ella.

-Exacto, ¿puede creerlo? No tienen una biblioteca en una casa tan enorme, hay algo parecido en el estudio del señor de la casa, pero obviamente no  iban a dejar a un extraño allí, y tampoco me atraía ir a algo “parecido” a una biblioteca. Así que pregunté por la segunda opción, un jardín. Y aliviada, demasiado, la señora Dalloway recordó el invernadero. Me dio la llave, y luego envió que me trajeran té. La joven que vino quizás creyó que yo compartiría mi refugio con Cole Moore, o algo, pero trajo un servicio completo para dos personas y mucha comida-  finalizó la historia y para ese momento Josephine ya no ocultaba la risa.

-¡Oh cielos!

- Créame, he decidido que las únicas fiestas del té que me interesan son  aquellas en las que puedo seleccionar a los invitados, no más de dos personas diría yo. Aunque no puedo quejarme, he conocido esto – dijo dándole un mordisco a un sándwich.

-Quizás si la próxima vez logra que algún amigo lo acompañe, no será tan incómodo.

-Tal vez, pero me temo que entre mis amigos y yo existe una brecha de tiempo que ante son existía. Ellos siguieron con sus vidas, avanzando mientras yo estaba detenido en la guerra, o quizás al revés, ellos quedaron detenidos aquí en Devonshire mientras yo avancé en esa oscuridad y cambié.- se explicó y a Josephine le dolió el corazón. Él notó su cambio de expresión- Lo siento, soné demasiado amargado, no era mi intención. Además aquí está usted, y  quedamos en que seríamos amigos, ¿verdad?

-Sí.

-Aún así no creo que vaya a pedirle que me acompañe a una Fiesta del té.

-Ya lo estoy acompañando – dijo ella.

-Por cierto, debería marcharse tan pronto termine su sándwich, y no es que no disfrute su compañía, pero si nos encuentran aquí me temo que nosotros seremos el nuevo escándalo.




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