-Buenas noches – respondió Leonard y Jo no pudo evitar pensar en lo atractivo que se veía en ropa de gala.
-Bueno, podemos tener la opinión de un caballero ahora – dijo la hermana Alistair que insistía en que el casamiento era el mejor estado, pero antes de que pudiera empezar con su discurso, la señorita Lake la interrumpió.
-¿No me había prometido que me presentaría a la señora Wayne?
-Oh, sí, la dueña de esas rosas que admiramos tanto la vez pasada- intervino a su vez la señorita Meadow y entre las dos se las arreglaron para apartar a las hermanas Alistar de la avergonzada Jo. Ella les dedicó una mirada de agradecimiento y su salvadora le hizo un breve gesto con la cabeza, lo que la convenció de que no había sido casual.
-Josephine – musitó Leonard, pero se levantó un rumor en el salón , lo que significaba que las hermanas Bowman acababan de hacer su entrada. Ellos también se acercaron para ver lo que llamaba tanto la atención.
-¿Qué es eso? – preguntó Leonard desde atrás de Josephine y ella rio bajito mientras observaba los vestidos de las hermanas anfitrionas, estaban llenos de flores artificiales, e incluso tenían unos pájaros, hechos con plumas, en los hombros y en la cabeza. Eran indescriptibles de tan recargados, sin embargo , ellas los llevaban con gracia.
-Empezó en el primer baile de temporada, cuando una de las jóvenes agregó unas flores en su escote y fue muy halagada, en el siguiente baile otras quisieron imitarla y agregaron flores a sus vestidos- le explicó a Leonard girándose hacia él.
-Supongo que las flores fueron aumentando en cada evento- supuso él y rememoró que había visto algunos vestidos recargados con flores en las fiestas a las que había concurrido, pero como quienes los llevaban no eran de su interés no le había dado mayor trascendencia.
-Exactamente, hasta volverse una competencia ridícula.
-Y las Bowman han decidió dar por zanjado el tema y demostrar lo absurda que ha sido esa competencia.
-Sí, muy fieles a su estilo. Me temo que ,si observa bien, verá como muchas jóvenes presentes están sonrojadas por haber sido puestas en evidencia.
-Pero en ellas no se ve mal – comentó y Josephine analizó inconscientemente el tono de voz, quiso saber si lo decía con admiración, si Leonard había caído en el encanto de aquellas temerarias hermanas, pero no sonaba así, sino como alguien que hacía una evaluación sincera y objetiva.
-Creo que eso es lo que termina siendo letal para las demás, ellas pueden llevar incluso esos pájaros y aún así, deslumbran. Supongo que es parte de su mensaje, lo que uno lleva dentro es más importante que lo que lleven por fuera, porque las Bowman tienen una luz propia que va más allá de cualquier frivolidad. Aunque tampoco se libran de las habladurías y del desprecio gratuito, pero creo que eso las hace más encantadoras, ser quienes son, a pesar de todo.
-Coincido con su opinión, las personas auténticas deslumbran - expresó él y antes que pudieran seguir hablando la música comenzó a sonar. La llegada de las Bowman daba inicio al baile oficialmente. Josephine intentó alejarse una vez que las parejas comenzaron a acercarse al centro del salón, pero Leonard la detuvo- Josephine, ¿me concedería este baile? – le preguntó.
-Lo siento, no soy de las que bailan.
-Por favor, ¿me salvaría? – preguntó y Jo alcanzó a notar como varias jóvenes lo miraban ansiosas.
Leonard extendió la mano hacia ella y la miró fijamente. Podía decir que no y huir, podía, pero no quería. Tomó su mano y se dejó guiar hacia la pista.
Era un baile que permitía un contacto mínimo , aún así con cada roce de él, Jo sentía que su corazón peligraba, y cuando Leonard estaba lo suficientemente cerca le era imposible no quedarse mirándolo y cada vez que él le devolvía la mirada, sentía que en el silencio también podían comunicarse.
Era irreal, la música los acompañaba en sus movimientos sin darles tiempo a pensar, estaban rodeados de gente, pero Josephine lo había olvidado, porque solo existían las miradas que se entrecruzaban, el sutil agarre de él en su cintura cada tanto, o el tocarse las manos.
Cuando la música se detuvo, quedaron frente a frente. No era usual que una joven bailara más de una vez con el mismo hombre a menos que hubiera una relación entre ellos, ambos lo sabían. Aún así, Leonard se acercó con la intención de pedirle que siguiera bailando con él.
-Josephine- musitó.
-Lo siento. Gracias- respondió ella e hizo una breve reverencia antes de retirarse. Él se quedó un instante viéndola alejarse, mezclarse entre las demás parejas y luego perderse de vista.
Fue tras ella.
Había demasiados invitados y a cada paso alguien lo detenía para saludar o presentarle a alguien, contestaba en forma automática mientras seguía buscando a la huidiza joven Lawrence. Creyó que iba a localizarla con su familia, pero no fue así.
Hasta que su hermana hizo la pregunta que él no se animaba.
-¿Madre, no has visto a Jo?- preguntó Beth.
-No. La última vez que la vi bailaba con usted, ¿verdad capitán Knigth?- preguntó la mujer muy sagazmente.
-Sí, así es.
-Y ya no la veo por ningún lado, supongo que llegó a su punto de tolerancia de las fiestas- comentó el padre mientras la buscaba con la mirada.
-Pensé que había cambiado , el año pasado y el anterior no se perdió ningún evento social- comentó la señora Corbin que estaba charlando con los Lawrence.
-Jo es Jo – sentenció Beth y su familia hizo un leve gesto de asentimiento que divirtió a Leonard, casi lo divirtió, porque lo que quería era encontrarla. Finalmente se despidió de la familia y siguió buscando, hasta que lo detuvo la señorita Lake. Iba a gemir de frustración por tantas interrupciones.
-¿Ha ido a la terraza norte? – le preguntó repentinamente la mujer.
-¿Perdón?
-La terraza norte, capitán Knigth. Es un buen lugar para los solitarios, para los que escapan de las multitudes, y además no todos conocen el lugar.