Las Cartas -Dorsetshire 1

Capítulo 34

No los hice esperar tanto tiempo...espero les guste

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Se quedó quieta y mientras él se le acercaba, empezó a balbucear una excusa.

-Yo…no…- dijo sin saber qué decir al notar que había sido descubierta.

-¡Ya basta Josephine! ¿Crees que no lo sabía? Hace tiempo que me di cuenta de que eras tú…-dijo llegando hasta ella.

-Olvídalo, por favor – pidió ella.

-¿Qué lo olvide? ¡¡¿Qué es esto?!! – se exaltó perdiendo la paciencia, no a entendía, le había dado el tiempo necesario para que confiara en ella, pero ya no entendía porque le rehuía- ¿Fue un juego? ¿Te divertiste escribiendo esas cartas, pero ahora que soy real, ya no es divertido?

-No, claro que no.- respondió insegura.

-Explícamelo entonces, porque no lo entiendo. Esperé, esperé una explicación o una disculpa de tu parte , pero no llegó nada de eso. Sólo seguiste fingiendo.

-Leonard…- musitó sin mirarlo.

-¡Deja de jugar, Josephine! No imaginé que pudieras ser tan cruel, tú debes saber lo que esperaba, tus cartas fueron una promesa, y cuando te besé fue la realización de lo que tus palabras me habían prometido durante tanto tiempo, pero no te importó, solo saliste corriendo ¿Nunca sentiste nada Josephine? ¿Qué fue, lástima, una burla, o estabas aburrida y quisiste ejercitar tu intelecto?

-Nada de eso…- contestó ella y él en una zancada la atrapó en sus brazos.

-Entonces dime, antes de que me vuelva loco.

-No puedo.

-Habla Josephine – dijo él y la sujetó con fuerza.

-Por favor …-rogó ella temblando y sus ojos estaban llenos de lágrimas.

-Esto es peor que lo que sufrí en la guerra, necesito saber- le rogó.

-Lo prometí, Leonard , déjame ir…

-¿Qué prometiste, a quién? ¡Habla! – exigió , tomándola por los hombros. No estaba en sus cabales , pero necesitaba saber para poder sacársela del alma si era necesario, aunque dudaba que pudiera.

-A Dios…le prometí que me conformaría con verte desde lejos si te dejaba volver, cuando te hirieron fui a la Iglesia y rogué que volvieras sano y salvo, aunque debiera alejarme, aunque nunca pudiera decirte.

-¿A cambio de mi vida juraste alejarte de mí? – preguntó mirándola con intensidad.

-No quería ser egoísta, quería que vivieras,y no podía pedir eso por mí misma, sino por ti…tenía que renunciar…- explicó torpemente entre sollozos.

-¡Rayos Jo! ¿Cómo puedes ser tan inteligente y tan tonta al mismo tiempo? Me has hecho pasar un infierno-le dijo y la abrazó a sí.

-Leonard…no.

-Sshh, quédate así, un rato…- insistió pero ella lo apartó.

-Juré por tu vida , Leonard. No puedo.

-Mi Balzac, no vas a cumplir tu promesa, no tiene valor alguno ¿Recuerdas cuando yo fui a aquella iglesia que estaba en ruinas? – preguntó y ella asintió con un gesto- recé, Jo, recé durante horas. Pedí perdón aunque sabía que no lo merecía , y pedí a Dios regresar a casa, tenía miedo de morir allí, sin encontrarte. Yo también hice una promesa Josephine, prometí que si me permitían vivir, regresaría a ti y te amaría por el resto de mi vida.Ya ves, mi promesa fue primero y Dios me lo concedió, me dejó volver y aún cuando no sabía quien eras , te puso en mi camino hasta que no pude hacer otra cosa más que darme cuenta de que eras mi Balzac. Es su voluntad , Jo, y no voy a dejarte ir, ni siquiera aunque mi vida estuviera en juego. Porque mi vida eres tú.

-Leonard – musitó, pero eta vez su voz estaba teñida del amor que sentía por él.

-Sólo queda lo último de la lista, Josephine.

-¿Qué es? – preguntó ella sin animarse a creer que fuera posible estar a su lado.

-Casarme contigo y amarte para siempre – contestó y la besó.

-¡¡Josephine Lawrence!! – gritó la madre de la joven que había salido a buscarla y Leonard se apartó avergonzado, mientras la mujer se les acercaba. Entonces Josephine le tomó el brazo y lo hizo girarse hacia ella, se puso en puntas de pies y lo besó.

-¿Qué haces? – preguntó él cortando el contacto.

-Comprometerte, arruinando mi reputación y comprometiéndote para siempre Leonard Knight para que no puedas escapar de mí – dijo sonriendo y él la tomó por la cintura y volvió a besarla mientras la señora Lawrence aminoraba su marcha. Después de todo, no encontraba el hombre perfecto para Josephine todos los días.

Sin embargo cuando llegó hasta ellos, tomó a su hija del brazo y la apartó de Leonard.

-¡Ven conmigo! – le dijo a su hija sonando todo lo indignada que podía y antes de llevársela, miró a Leonard.

-Lo espero mañana en mi casa, para que dé las explicaciones correspondientes y se haga cargo de su responsabilidad.

-Sí , señora – contestó él casi como en su época de militar.

Mientras su madre la alejaba de él, Josephine sintió ganas de reír. Desde aquella terrible noche en que había creído que ya nunca lo vería, por primera vez se sentía completamente feliz y libre. Libre para amarlo y ser amada por él. Y además, acababa de verse envuelta en un escándalo en la fiesta de las Bowman, casi se sentía orgullosa de sí misma. Aunque cuando estuvieron de regreso en su casa y su madre convocó a una reunión familiar, ya no le pareció tan divertido. Más bien se sentía en el banquillo de los acusados y sin saber qué decir en su defensa. No estaba segura si debía contar su historia con Leonard desde el inicio o no.

-¿Y bien Josephine? ¿Cuál es tu relación con Leonard Knigth? – preguntó su madre y su padre y hermanos la miraron sorprendidos. Ella eligió contar la verdad.

-Jo, ¿tanto tiempo?- preguntó Beth conmovida.

-¿Entonces lo quieres? – preguntó su padre.

-¿Cómo crees que Dios hace tratos así? –preguntó su madre.

-¿Te has callado todo esto tanto tiempo?- preguntó su hermano.




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