Y hemos llegado al final, después de 9 meses, vaya es hora de dejarlos ir.Aunque habrá un pequeño extra, pronto.
Esta historia tiene su propia historia, de muchos años, de espera, ya les contaré luego.
Gracias a todos los que leyeron, los que la eligieron en aquella consulta del año pasado, a los que alentaron, dejaron comentarios y quisieron a Josephine y Leonard tanto como yo.
Y mis eternas gracias por alentarme a retomarla y acompañarme a mis adoradas @Jeilcy y Gaby Las quiero.
Espero les guste.
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Cuando el invierno llegó, las citas diarias de Josephine y Leonard se vieron interrumpidas, aunque aún así intentaron verse tan seguido como fuera posible. A veces, él llegaba a verla empapado por la lluvia o ella caminaba por senderos helados para llegar hasta él.
Y cuando llegaron las nevadas, Josephine sintió que se le hundía el corazón al ver su jardín desaparecido en una capa blanca.
-Todo florecerá de nuevo, muy pronto, ya verás.Y cuando al fin vivamos en esta casa, las flores a pleno te darán la bienvenida- la consoló él sabiendo que así sería, aunque tuviera que trasladas flores desde toda Inglaterra para que así fuese.
Aunque también en invierno encontraron momentos de felicidad, jugaron batallas de nieve con los mellizos Marshall, fueron a un concierto e intercambiaron libros para leer cuando el clima no los dejaba verse.
Y cuando al fin se encontraban hablaban durante horas.
-Podríamos estar junto a la chimenea en nuestra casa – protestó Leonard.
-Allí estaremos el próximo invierno- lo consoló Josephine que se divertía con los reproches, deseaba que su vida de casados llegara pronto pero también disfrutaba aquellos días de noviazgo.
De a poco, el invierno fue cediendo y sus vientos fríos fueron reemplazados por un aire diferente.
-¿Ya sientes la primavera, Jo? – le preguntó Leonard a Josephine que parecía animarse y florecer con el inminente cambio de estación.
-Sí, ya la siento en el aire.
-¿Hojas o flores?- preguntó haciendo alusión a una de sus conversaciones por cartas.
-Creo que este año estaré llena de hojas y flores, y felicidad – dijo ella.
-Y yo creo que es posible, hasta conocerte no sabía que las personas podían sentir así las estaciones, pero hasta tu mirada está cambiando como si pudieras sentir el eco de la primavera gestándose. Así que no me parecería raro que echaras hojas y flores, contigo creo en cosas que jamás hubiera creído – le comentó admirado.
-Somos dos- dijo ella y hablaba del amor que no había esperado, había creído que no había un amor para ella o que simplemente no era de las mujeres que se enamoraran pero allí estaba soñando despierta con el día en que fuera la esposa de Leonard Knigth.
Y la primavera llegó, y con ella la boda de Beth.
La hermana de Josephine era una mezcla explosiva en los días previos, ilusionada y al mismo tiempo temerosa.
-¿Y si deja de quererme después que nos casemos? – preguntó ansiosa una noche, aquellos últimos días de soltera dormían en la misma cama y se la pasaban hablando hasta quedarse dormidas. Sus vidas cambiarían pronto, y querían aprovechar aquellos momentos.
-Beth tonta, yo creo que va a amarte mucho más ¿Acaso piensas dejar de quererlo cuando sea tu marido?
-Claro que no, voy a amarlo tan escandalosamente como pueda.
-Entonces ya no temas, yo confío en ti y sé que has elegido a un buen hombre.
-También tú elegiste a un buen hombre, Jo.
-Digamos que ahí no tuve tanto que ver, fue el destino. A veces me despierto horrorizada pensando que no levanté esa carta y nunca le respondí.
-Yo creo que aún así se hubieran encontrado.-sentenció Beth y Josephine quiso creer que era verdad, que de una u otra forma, Leonard y ella se hubieran encontrado, pero agradecía no tener que preocuparse por eso. En unos días su hermana se casaría, y ella un par de meses después.
La boda de Beth fue tan perfecta como la había soñado, el paisaje ya estaba lleno de flores y árboles floridos, hubo un día perfecto de sol y pudo disfrutar de una velada al aire libre.
Lucía como una princesa de cuentos y estaba muy feliz, Gabriel se encargó de todos los detalles para que nada saliera mal.
Había demasiados invitados, pero ninguno fue una molestia, la comida fue deliciosa y la felicidad pareció cubrirlos como una bendición.
-¿Has pensado como quieres que sea nuestra boda? – preguntó Leonard junto a ella.
-Espero que no haya tanta gente.
-No, por favor, tampoco quiero tantos invitados. Pero Gabriel y su familia tienen demasiados conocidos y compromisos, supongo que debían invitarlos. No es nuestro caso.¿Algo más?
- Cuando mamá me preguntó y respondí que quería algo pequeño, me prohibió que nos casáramos en el bosque- respondió risueña.
-Es una pena.
-Lo sé, y nos hubiéramos ahorrado las molestias de preparar una boda. Aunque Beth prometió ayudarme, sospecho que estará demasiado ocupada con su vida de recién casada.
-Prometo ayudarte en todo lo posible, quiero que sea un día feliz para ti.
-Lo será, Leonard. Porque seré tu esposa, y creo que eso es lo más importante, que vamos a elegirnos para el resto de nuestras vidas. Aunque si pudiera pedir algo, sería que fuera un día así de bonito, con mucha luz, y en serio no sé qué tiene mi madre con los casamientos en el bosque- comentó haciéndolo reír.
La boda en el bosque o en el jardín fue descartada por la señora Lawrence, aunque admitió que fuera al aire libre y tan íntima como Leonard y Josephine deseaban
Empezaron a planearla al día siguiente de la boda de Beth.