Las cartas que no debí escribirte

Carta Cinco

No te quiero, pero algo me dice que podría hacerlo.

Se me da fácil el querer a una persona cuando mi corazón, mi alma y mi espíritu se da cuenta de que es buena persona, y sé que puedo llegar a quererte y está bien, ni siquiera tengo que intentarlo para saber la respuesta referente a ti. Porque en muchas formas eres tan parecido a mí y no te lo platico porque me tengo que callar ya que tú te vas y no creo ser capaz de sobrevivir a una vida donde no estás para darme un chocolate, para tener paciencia a la distancia, para no abrazarte, para no derretirme por tus ojos tan lindos y para no tocarte, porque disfruto el tacto.

Porque no creo ser capaz de resistirme a ti, así como tú muchas veces me lo has dicho

Por qué también estoy más que segura que no podría soportar mucho tiempo el no tenerte cerca de mí, para sentir como pones mis sentidos a mil por hora y cómo enciendes cada terminación nerviosa que hay en mí. Me callo no porque no quiera dejarte entrar en mi vida, sino porque sé que si te digo y hago todo lo que por mi mente e imaginación pasa, voy a ceder y te voy a terminar amando cuando tú no estás disponible para amarme.

Y no, no quiero amarte sabiendo que aun existe la sombra de una ella y no abarco todo, porque soy tan egoísta que seguramente te querría para mí, todo para mí; porque con pocos días y una plática de ti contándome tu historia lo supe.

Cosas raras del destino y el poder de la intuición.

Y no, tampoco pretendo ser intensa, ñoña o loca, pero lo sé, sé cuándo no me equivoco con algo o con alguien porque cuando más miedo tengo al dar el primer paso es cuando más real y verdadero es.

Así que yo también tengo miedo de sentir por ti porque te vas, porque de nuevo soy eterna y tú pasajero; y no, no quiero algo pasajero quiero un para siempre que me enseñe el nosotros y me haga olvidarme del yo egoísta. Sé que quisiera ser para ti un equipo que te recuerde lo mucho que vales, lo importante que eres, lo capaz e inteligente puedes llegar a ser y cómo eres la persona más chingona del mundo; ser para ti el recordatorio de que está bien tener miedo y dudar a veces de uno mismo, pero recordarte 100 veces más que no estás solo y que yo estoy para ser tu otra parte de la palabra nosotros.

Que no estás solo.

Pero, así como también quiero ser eso para ti, quiero que tu lo seas para mí, quiero creer que cuando llegues a este punto de la lectura y estarás seguro de saber que aun no me quieres, pero que algo en el fondo te dice que me querrás de la manera más intensa que pudieras querer alguna vez como hombre.

Que lo que yo quiero ser para ti, lo seas con la misma intensidad para mi y que me recuerdes que no estoy sola y que soy tan digna como tu de una historia de amor que nos haga crecer.

Por lo tanto, supongo que si llegas este punto habré aceptado y derrumbado una pequeña parte de ese muro inquebrantable que construí a mi alrededor, creyendo que lo que me dijiste es real, que te creí y que estás dispuesto a dejar poco a poco tus miedos para creer en un nosotros y dejarte arrastrar por estos sentimientos y que yo lo haré; y que al final me habré despedido de ti en persona y con un beso.

Porque después de todo le habremos creído a la intuición de nuestro corazón, porque tú me lo dijiste primero, pero ya lo sabías, sabías que ibas a quererme y yo son sin saberlo lo descubrí al sentirte en un abrazo una última vez.




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