Las cartas que nunca te entregué

Carta III

Estoy cansada de llorar, pero las lágrimas se escapan, ¿quién soy yo para decirles “no”?

Últimamente he visto un algunos videos por internet y me he dado cuenta que a las personas les desagrada llorar. ¿Por qué ven tan mal una reacción natural del cuerpo?

Llorar siempre ha sido parte de mi vida, nací llorando, viví mientras lloraba y aunque mi cuerpo no ha muerto, mi alma llora con tu recuerdo.

Recuerdo. Recuerdo una vez que te llamé llorando, no podía más y lo sabías; estaba harta y lo sabías. No estabas en la misma ciudad que yo y dolía. Sin embargo, un día –no mucho tiempo después– apareciste en la puerta de mi casa, me diste el abrazo que tanto necesitaba y me ayudaste a resolver algunos problemas que me incomodaban.

En ese momento me dí cuenta que te amaba más de lo que nunca te pude decir. Más de lo que te pude demostrar.

Eras una constante y ya no más.

Gracias, mi pequeña mariposa, gracias por aquellos abrazos al alma.

Te abraza desde la distancia,

un tulipán marchito.




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