El día pasaba rápido y las noches lentas en vela. Por más que quería continuar, no podía. Me estancaba cada que lo intentaba. Un simple trozo de papel y palabras que creí sin importancia me tenían así. Tenía que parar con esto. Ya era lo suficiente mayor como para que algo así me pudiese afectar. No me tendría que inquietar. Por supuesto que no.
El olor del jazmín me tranquiliza. Sigo cortando algunas ramas más y luego vuelvo a la cocina para poner las flores en agua.
Hoy era jueves, día de teatro junto con Brenda. Faltaban muy pocos minutos para que nos fuéramos al centro de la ciudad. Brenda y yo éramos más que amigas, nos volvimos hermanas, inclusive más que eso. Acostumbrándonos a llevar nuestras vidas de la mano de la otra. No hay día en que no hagamos algo juntas. Ya sea tomar el café por las mañanas, cortar flores de nuestros jardines, ir al teatro, cenar juntos entre muchas cosas más.
La gran parte del tiempo era una rutina, me gustaba eso. Planificar lo que haría semana con semana, mantener el control de las situaciones y no hacer algún movimiento si no lo planeaba antes.
Todos estos días estuve bloqueada pensando en algo que pudiera solucionarlo. Solo tenía que hacer algo distinto a eso y hasta que no lo haga no podré estar en paz.
Me siento como una niña pequeña deleitada de que por fin la dejasen ir a una tarde de adultos. La compañía de Brenda es agradable y ayuda a alejar las tormentas dentro de mi cabeza, no se que haría sin ella. Las risas de todos estallan a cada nada dentro del recinto junto con la mía. Luego pasamos a comer algo en el restaurante italiano a la vuelta del teatro. Me lleva de aquí para allá del brazo tratando distraerme no le hace falta preguntar nada, ella apenas me mira y lo sabe todo, Brenda me conoce mas a mi que yo misma.
Ha pasado tiempo desde que recibí la carta y no puedo contener mi desesperación si es que habrá o me llegara otra más. Ademas, mas preguntas se han formado en mi cabeza, mas dudas sin resolver y solo puedo esperar con ansias a que Mike traiga finalmente la correspondencia hoy.
Cuando creí que por fin podría volver a casa, sentí como Brenda me daba una bofetada mental cuando dijo que si la podría acompañar al supermercado. Recorrimos pasillos y pasillos en busca de no se que y cuando por fin nos detuvimos extrañamente en el área de deportes Brenda preguntó:
— ¿Qué es lo que tanto te impacienta Ramsey? — cuestiona en cuclillas mirando pelotas de tenis.
— Nada, solo ha sido un día agotador y quiero descansar… — me hago la loca vacilando cualquier tontería mordiendo el interior de mi mejilla.
— Si, claro. — se levanta y me mira — Deja de fingir y dime ya lo que te pasa, has estado mal los últimos días.
Se que Brenda se dará cuenta tarde o temprano, pero prefiero que sea tarde. No quiero recordar nada acerca del pasado y mucho menos preguntas por parte de cualquiera. Es mi confidente de la vida pero ese tema nunca lo conté, lo borré de mi mente y pasado que ahora ha llegado a mi y no puedo evitar.
Así que me poso firme, la miro a los ojos y sin titubear le digo:
— No ha pasado nada, y si pasara algo sabes que serías la primera en saberlo. — Me inspecciona de arriba a abajo y mantengo la postura y unos segundos después doy la vuelta para ir al siguiente pasillo.
Media hora después al fin llegamos a casa. Me despido de ella y antes de entrar a mi casa me aseguro de que ella entre a la suya. Coloco la llave en la cerradura y tomo un largo respiro para luego girar la perilla. Entro y lo primero que capto es la correspondencia en el piso.
Reviso una y otra vez los documentos pero nada, no hay indicio de nada. No me imagino lo que pasará cuando finalmente llegue, peor aún si no llegara nada y solo es la vida burlándose de mí.