Las Chicas Perfectas

CUATRO

Las violaciones que Sara padecía estaban aniquilando su misma escencia al punto de querer quitarse la vida, pero no le permitían respirar por sí misma siquiera.

Había pasado ya un año y medio desde que fue secuestrada por esos monstruos, pero a ella le parecía una eternidad. Y aún le faltaba bastante para ser vendida.

Aquello era infernal, la golpeaban pero luego se aseguraban de que no le queden cicatrices siquiera en su piel perfecta.

Callada, obediente, sumisa y siempre hermosa para tu dueño.

Aquello estaba en el inconsciente de Sara y formaba parte de su personalidad pero solo a medias, ya que ella seguía rebelandose a ello. ¿Por qué le sucedían esas cosas a ella?

Sin emabrgo ahora ya había aprendido a caminar, a acariciar el cuerpo del hombre y a hacer el sexo oral correctamente perfecto, para enloquecer a cualquier hombre sea la edad que sea que tenga.

Pero todavía le faltaba seguir con su aprendizaje y debido a ello seguirían las intensas y dolorosas violaciones en su persona. Sabía que había muchas chicas en ese lugar, sin embargo las tenían aisladas a todas ya que no podían interactuar con nadie.

Formaba parte del adocttinamiento al que estaban siendo sometidas, debido a que las chicas perfectas no debían ser sociables sino todo lo contrario. Así era como a los hombres les gustaba tenerlas.

Esa agencia era famosa por brindar excelente calidad a los hombres aristócratas del mundo. Calidad y hermosura.

Por supuesto que en el proceso hacia la perfección varias chicas morían y sus cuerpos eran cremados.

De esa manera eliminaban todo tipo de pruebas. Sara sabía todo ésto porque era una joven especial en todo sentido. Observaba y escuchaba todo con gran atención. Era consciente que si sus secuestradores llegaran a sospechar sobre ésto la matarían sin dudarlo.

Por tal razón se mostraba como la mayoría de las chicas eran allí. Esto no significaba que no padeciera, ya que sufría muchisimo más que cualquier otra joven.

Le desarrollaron la claustrofobia, y ahora era otra herramienta a favor de sus crueles secuestradores, quienes lq encerraban todo el tiempo en sitios oscuros atándola inclusive.

Sara había olvidado cómo era vivir fuera en libertad y lo que se sentía ser feliz. Desde la muerte de sus padres y su hermano mayor, su vida se volvió un auténtico calvario e intensa agonía.

Sabía que nadie iría por ella porque nadie la estaba buscando directamente y eso la descorazonaba sobremanera. Habían pasado dos días enteros encerrada en la celda y atada a esa infernal cama semidesnuda.

En verdad estaba cansada de ser tratada así, pero cada vez que se rebelaba sufría peores castigos. Ya no soportaba más. Quería matarse, y era muy cobarde para hacerlo o provocar que los de la agencia la maten. Ni ella misma sabía el motivo que la llevaba a aferrarse así a la vida.

Odiaba sobre todo a Katty quien se deleitaba violandola a su manera bajo la excusa que una chica también debía saber ocupar el lugar del hombre y satisfaccer a las demás  mujeres.

Excusa que ni la peliroja misma se creía, debido a que esa agencia tenía ciertos requisitos a la hora de aceptar a un cliente como posible comprador, y uno de esos requisitos era ser hombre ya que las chicas que vendían solo eran para satisfacción de los hombres.

Katty sentía intenso deseo sexual cada vez que veía a Sara, nunca antes le había sucedido tal cosa, por eso ponía excusas a la hora de violarla también.

Sin embargo una tarde la peliroja entró a la celda donde Sara estaba atada a la cama y con intensa sorpresa que se reflejaba en su rostro le dijo:

- Tienes un posible dueño Sara. Un importante cliente se interesó en tí al pedir una chica de diescisiete años de edad para regalarsela a su hijo. De entre todas las chicas que aquí tenemos tú eres la única que está preparada para ser ofrecida como producto a la venta.

Sara no mostro sentimiento alguno ya que sabía ocultarlos perfectamente. Ni siquiera la miró. Pero al sentir cómo ella acariciaba su vagina y su entrepierna se estremeció, seguía sintiendo asco cada vez que la tocaban así.

- Extrañaré nuestros momentos juntos Sara, pero trabajo es trabajo. Solo recuerda que puedes ser devuelta a la agencia como producto fallido. Y de ser así aquí vivirás el verdadero infierno muchacha ya que lo padecido hasta ahora te parecerán caricias. Tenlo muy presente.

Luego se fue, ordenando a los guardias que la alisten para ser trasladada al lugar donde se realizaría la venta y entrega del producto final.

Sara respiraba entrecortado ya que estaba asustada. Solo quería llorar a los gritos debido a la intensa desesperación que sentía pero no le era posible hacerlo.

Fue desatada y arrastrada hacia el salón de belleza, donde la prepararían para ser entregada a sus futuros dueños.




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