Las Chicas Perfectas

DOCE

Cuando le dieron el alta, Nick estaba allí junto a su amada, ya que su amigo Adam tenía que rendir un examen importante debido a que estudiaba medicina.

Una vez dentro de la limousina Nick los hizo traer. Era una sorpresa para su amada Sara.

- Mi amor, te tengo una sorpresa - en ese momento los recibió ante la asorada mirada de Sara - Nuestra beba  está viva Sara, y la pude rescatar.

Sara sujetó a la bebe  mientras lloraba de la emoción.
- Mi bebe, mi niñita - la besaba y abrazaba con desesperación - Mi hermosa bebé, dios mío Nick ¿cómo...?

- No dejaría que se salgan con la suya Sara - la limousina estaba en movimiento en esos momentos - Te lastimaron a tí y a uno de nuestros bebes. Deberías confiar en mí, no dejaré que vuelvan a dañarte mi amor.

Nick sostenía a Anthony, quien dormía profundamente en sus brazos. Miraba a su amada sonreír feliz. 
- Sara ¿quieres casarte conmigo mi amor?

La aludida lo miró asombrada unos instantes antes de responder.
- Si Nick, por supuesto que sí.

El rubio volvió su atención a su bebe quien reía feliz mientras su mamá la besaba y abrazaba.

Pero Nick sintió un dejo de tristeza, ya que no obtuvo la respuesta que él había esperado de Sara. Suspiró y alejó aquella idea de su mente. Cuando llegaron el señor Archer los esperaba ansioso.

Le dió la bienvenida a Sara y pidió a la niñera que se ocupara de los niños, mientras su hijo llevaba a su novia a su habitación para hablar tranquilos.

Una vez solos, Nick abrazó a Sara quien, una vez más, se puso rígida pero le respondió al instante siguiente. El rubio no era ningún tonto, sabía perfectamente que esa hermosa joven jamás lo amaría.

Pero lo necesitaba, por eso seguía a su lado e incluso se esforzaba en la cama. Ellos tenían sexo, pero hasta el momento no hicieron el amor. Sara aún no le entregaba su alma, solo su cuerpo.

- Sara, siempre voy a protegerte. No tienes que temerle a la agencia. Jamás te llevarán ni a nuestra beba tampoco.

- Lo sé Nick, me lo demuestras todo el tiempo y en verdad te lo agradezco. Se que...que somos tu familia y que nos protegerás...lo sé....

- Sara, hasta el momento no me dijiste que me amas. Ni una sola vez. 
-¿Qué?

- Y cuando te propuse matrimonio tú....no reaccionaste como una chica enamorada...

- Nick por dios - la muchacha empezaba a llorar - Estuve internada en un pisquiátrico, por dios...

- No temas Sara, nunca te dejaré ni permitiré que te dañen. Deberías confiar en mí.

- ¿Entonces?
- Sar por favor ¿qué más debo hacer para ser correspondido? Te necesito Sara, no creas que no.

Sara lo abrazó con fuerza, ella en verdad lo amaba. ¿Cómo no amar a ese hermoso rubio que se desvivía por ella? Pero no sabía cómo expresarlo.

- Nick, perdoname yo....ni se cómo expresar mis sentimientos. Nunca lo supe y la agencia mató en mí aquello.

-Sara ¿me amas?
- Si, por supuesto que si - Sara lloraba pero de felicidad - Te amo Nick pero....tengo miedo y....

- Te protegeré mi amor - Nivk la abrazó con fuerza - Creeme, por favor te lo pido.

Sara le respondió aquel abrazo y por primera vez demostró su amor por ese hermoso rubio. Lo besó con intensa pasión.

Nick la condujo a la cama. Ambos se arrancaron las ropas y empezaron a hacer el amor, solo que en ésta ocasión la joven colocó el corazón entregandole así a su amado rubio el alma.

- Te amo Nick, te amo tanto mi amor. 
- Sara, eres mi vida.
- Estaré a tu lado siempre

Nick se perdió en el cuerpo de su amada, ya que se encontraba en extremo necesitado por ella. No quería lastimarla pero su cuerpo actuaba solo.

Durante todo el tiempo que Sara estuvo internada en el psiquiatrico, el rubio necesitó sentir en su cuerpo el amor de Sara con desesperación.

Ahora que al fin lo recuperaba, no estaba dispuesto a perder un segundo.

Sara iba reviviendo en los brazos de su amado dorado que sabía cómo hacerle sentir aquellos intensos dedeos. Con cada embestida que le daba, la joven tocaba el cielo con las manos.

Cuando acabaron se durmieron abrazados y tranquilos, ya que sus bebes estaban en buenas manos con la niñera y muy bien protegidos, al fin pudieron descansar sin pesadillas.

 




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