Las Chicas Perfectas

DIESCISIETE

Sara tenía ratos de lucidez cada tanto, eran esos los momentos en los que era sincera y directa con Nick. Necesitaba recuperar su tan ansiada libertad o acabaría suicidandose en serio.

Pero su recuperción era en extremo lenta, más aún si ella misma no cooperaba. Su esclavitud mental seguía vigente, pero reconocía a Nick como su dueño. Ésto le fascilitaba hacer sus necesitades fisiológicas, pero el rubio debía estar muy atento a ello.

Ésto se debía a que Sara no decía nada cuando tenía ganas de orinar. Nick era quien tenía que tocar su vejiga para saber si sentía ganas o no.

Irina le dijo al rubio que tendría que ser en extremo paciente con respecto a eso, ya que sería muy difícil liberar a Sara de su esclavitud mental.

Ahora ambos esposos estaban en la habitación donde Sara debía estar, el rubio tenía las llaves de la puerta además de Irina. No dejarían que Sara sea atormentada por nadie más.

En los momentos de lucidez Nick prefería tenerla en la habitación junto a él, lejos de los demás pacientes protegiendola. Sara se asustaba en extremo al oír a los demás pacientes aferrándose a Nick con fuerza.

Era el único que podía tocarla y a quien ella tocaba. Por tal razón el rubio se hubo instalado allí sin moverse de su lado.

Cuando debían inyectarla, para evitarle la desesperación Nick la abrazaba con intenso amor, susurrándole palabras tiernas a su oído. Solo así permanecía calmada aunque no dejaba de temblar.

En esos momentos estaban en la cama abrazados, la joven se sentía cómodamente bien allí. Pero no podía dejar de llorar cada tanto ya que se sentía peor que basura.

Temblaba intensamente, era precisamente aquellos sentimientos los que hacían que Sara insista en ocultarse dentro de sí misma protegiéndose con la locura, solo así podía tener paz.

- Por favor amor, por favor te lo pido - decía Nick con dulzura - No te vayas, no te ocultes.

- No soporto ésto....no puedo seguir aquí....
- Sara te lo suplico, no me dejes...no te vayas. Resiste y confía en mí.

Sara miraba a su amada con desesperación, era una esclava véase como se vea. Si conservaba su cordura era por la orden recibida de su dueño.

Aquello desagradaba bastante a Nick, pero la necesitaba cuerda para ser tratada por Irina. Pasaban los días juntos, el rubio le mostraba las fotos de Anthony y Ana que ya tenían seis años de edad.

Aquello daba fuerzas a Sara para aferrarse a la cordura y desear curarse. Pero a medida que su recuperación avanzaba también lo hacía su frialdad y dureza. Solo así podía resistir aquella cruel realidad.

Solo reía cuando veía las fotos de sus hijitos. Ni siquiera con su amado Nick lo hacía, solo se limitaba a ocultar sus sentimientos ya que estaba cansada de lamentarse.

Nick debía acariciar su cuerpo con cuidado de no dejarse llevar por la pasión debido a los traumas padecidos.

Durante las noches tenía que ser sedada, de lo contrario no se dormía. Pero tras ocho meses al fin Irina le dió el alta, ya que se había curado en gran medida.

- Podrás proseguir afuera, en tu casa pero recuerda Sara que los medicamentos son indispensables - decía Irina - Nick deberás estar a su lado todo el tiempo.

- Lo haré y me aseguraré de que vuelva a ser la de antes.

Cuando salieron Sara respiró bocanadas de aire con desesperación sintiéndose libre al fin. Durante todo el trayecto Nick no la soltó en ningún momentos.

Al llegar a casa el rubio la llevó a la habitación, y después fue por los mellizos quienes al verla se lanzaron a ella alegres. Nick los abrazó sintiendo que los había extrañado en exceso.

El rubio les explicó sobre la aparición de su mamá, los mellizos la conocían gracias a Nick quien les solía mostrar las fotos de Sara mientras les hablaba de ella. Siempre tuvo la esperanza de poder encontrarla.

Cuando los nuños estuvieron listos se los presentó a Sara quien al verlos empezó a llorar de la emoción.

Ana, la pequeña niña, se ocultó tras su padre Nick mientras que Anthony se le acercó y sonriendo la abrazó cuando Sara se acuclilló. La joven lo sostuvo en sus brazos y se colocó de pie.

- Menos mal que viniste  mamá - le dijo Anthony - Nuestro padre te extrañaba mucho ¿sabes?
- Mi pequeño, yo los extrañé a los tres.

Anthony reía al sentir el cálido abrazo de su mamá Sara. A la muchacha le fascinaba Anthony por ser igualito a su papá Nick.

Luego lo colocó en el piso y se acercó a Ana, quien no paraba de mirarla con cierta desconfianza. Pero Sara supo ganarse la confianza de su hijita quien se le acercó tímidamente.

La joven la sostuvo en brazos sintiendo intensa felicidad. Ana no era como Anthony, la pequeña niña era en extremo desconfiada de todos y aunque conocía a su mamá por las fotos, se sentía rara en sus brazos.

- Bajame....por favor...mamá Sara - dijo Ana muy asustada.

- Ana, deberás acostumbrarte a ella y a permanecer en sus brazos hija - exclamó Nick.

Pero Sara la devolvió al suelo entendiendola perfectamente, ya que esa pequeña se parecía a su persona más de lo que llegó a imaginar.

Cuando se vió libre, Ana corrió a refugiarse en los brazos de Nick. Sara volvió a sostener en sus brazos a Anthony.

- Volveremos a ser una familia mi amor - le dijo Nick a Sara quien lo miró con frialdad como empezaba a acostumbrarse a hacerlo.

La joven necesitaba embriagarse de ellos, su familia, para dejar atrás lo que vivió durante esos siete años.

 




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