Las Chicas Perfectas

DIESCIOCHO

Nick haría caer a la infernal agencia, que lastimó a su amada esposa haciendo que pase siete largos años lejos de él.

Durante esos años, Nick buscó un grupo de abogados lo suficientemente valientes e intrépidos para hacerle frente a esa agencia maldita y así poder lograr hacerla caer finalmente con el poder de la ley.

Le llevó tiempo y esfuerzo pero pudo conseguirlo, y ahora que Sara apareció tenían una potencial testigo para lograr una acusación.

Pero Sara estaba muy débil emocionalmente, y no soportaría seguir sumergiéndose en ese oscuro mundo.

Ella solo quería alejarse de ese horrorozo mundo para siempre, y tener una vida normal junto a quien tanto amaba.

Pero Nick quería ayudarla exterminando a quienes la dañaron, en vez de brindarle una vida segura en apariencias.

Por eso cuando le contó todo a Sara, la muchacha se puso como loca. Comenzó a llorar y a suplicarle que no la obligue a volver a ese oscuro mundo. Estaban en el living de casa.

— ¡No por dios Nick! ¡No me hagas ésto! 
— Sara por favor, solo quiero ayudarte mi amor.

— En ese caso ayúdame a olvidar Nick, quiero seguir avanzando no retroceder.

Nick abrazaba a Sara con ternura pero la joven se hizo soltar en un momento dado. 
— Deja el pasado atrás Nick, por favor.

— ¿No quieres destruir a la agencia de las chicas perfectas? ¿Después de todo lo que te hicieron? ¿Nos hicieron? Sara por dios, ellos te alejaron de mí y de los mellizos.

Sara cerró los ojos recordando parte de aquel infierno en el que fue sumergida los siete ultimos años.

Callada, obediente y leal. Ahora sí lo aprenderás maldita traidora. Si vuelves a hacer lo indebido haremos de tu pequeña hija una estupenda esclava sexual y nadie podrá hacer nada para evitarlo.

Mereces ser usada como la basura que eres maldita bocona.

Golpes, violaciones, torturas y más sufrimientos era lo que padecía todo el tiempo.

La hermosa joven empezaba a temblar y llorar, cuando abrió los ojos Nick le mostró unas fotos de sospechosos que podrían estar dentro de esa agencia.

Sara quiso irse, pero Nick no se lo permitió, no dejaría que esas basuras se salgan con la suya.

— Sara te vas a sentar — la aludida negaba con la cabeza — Si lo harás mi amor, y me vas a contar todo lo que te hicieron enseñandome quiénes te lastimaron si es que los ves en este álbum.

— Por favor Nick, por favor te lo pido. No me hagas ésto. Por favor.
— Eres una potencial testigo mi amor, así que ayúdame a ayudarte. Ahora empieza.

Nick abrió el álbum, y lentamente fue pasando las páginas del mismo, dándole tiempo a Sara para poder ver las fotos con detenimiento.

La muchacha vio una foto de un hombre mayor y empalideció, respiraba entrecortado y las lágrimas humedecieron su rostro. Nick supo interpretar aquello.

—Sara, mi amor ¿lo reconoces? ¿Quién es? Dímelo por favor.

¿Reconocerlo? Por dios, si era el que más me violaba mientras me encontraba secuestrada.

Aquella sucia habitación donde estaba atada a la cama y desnuda, era el sitio donde me tuvieron durante los dos primeros años.

Me golpeaban y ese sujeto me violaba todo el tiempo. Es uno de los cuatro dueños de la agencia. Por dios. Pero no puedo hablar, no debo volver a traicionarlo.

Callada, obediente y leal. Así debo ser hasta el final de mis días. Ya aprendí la lección señor. Por favor, no me lastime más. Por favor se lo pido. Seré callada, seré obediente y seré leal a usted.

La voz de Nick la devolvió al presente una vez más. El rubio le preguntaba una y otra vez qué le sucedía y si conocía al tipo de la foto.

Pero la muchacha se quitó las lágrimas y una vez más oculto sus sentimientos para mirar a Nick con frialdad, mientras respondía con dureza.

— Nunca lo he visto. No conozco a ninguno de éstos sujetos que me muestras.

— Sara por dios, estás mintiendo. Lo sé por tu expresión de hace un momento. ¿Quién es? ¿Quiénes son éstos sujetos?

Cuatro de ellos son los dueños de la agencia Las Chicas Perfectas. El resto son los peones que obedecen sus órdenes, se divertían torturándome y violándome.

Pero aprendí mi lección a la perfección. Callada, obediente y leal. Si señor, lo sé. No debe preocuparse. Soy callada, soy obediente y por supuesto que le soy leal.

Porque las cosas jamás se oponen a sus dueños y yo...solo soy eso....un objeto....lo sé.

Pensó aquello la muchacha con intenso dolor y terror.

— Sara ¿quién es éste tipo? 
— No lo sé
— ¿Quiénes te secuestraron? ¿Quiénes te mantuvieron prisionera? Sara dime ¿quiénes te torturaban? ¿Quiénes eran?

— No lo sé, me taparon los ojos — contestó con frialdad y dureza Sara mirando a Nick a los ojos.

— Sara solo quiero ayudarte, brindarte paz al fin. 
— Entonces quedate conmigo Nick y olvidemos el pasado.

— Por supuesto, pero antes los haremos caer, tú y yo. Así que dímelo. 
— No lo sé, me taparon los ojos. No se nada, no se dónde me llevaron ni quiénes eran.

—¿Todo el tiempo estuviste con los ojos vendados?
— La mayor parte del tiempo. Y cuando me sacaban la venda ellos tenían máscaras.

— Sara solo quiero ayudarte.
— Lo sé Nick

— Entonces dime ¿quiénes te secuestraron? ¿Dónde estuviste antes de aparecer en el burdel aquel?

— No lo sé, me vendaron los ojos. 
— ¿Dónde estuviste antes del burdel?

— No lo sé, me vendaron los ojos.
— ¿Qué aromas recuerdas?
— No lo sé

—¿No recuerdas ningún aroma?
— No, nada de nada

— ¡¿Cómo es posible eso Sara?! ¡Por dios! ¡Dame algo! ¡Danos algo para poder iniciar con la investigación!

Sara cerró los ojos temblando al sentir cómo Nick le gritaba así. Las lágrimas humedecieron su rostro. Pero las palabras de uno de los dueños de la agencia, aquel asqueroso viejo que la violaba todo el tiempo, retumbaron en su mente.




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