Las Chicas Perfectas

VEINTIÚN

Los mellizos eran mucho más felices junto a su mamá Sara, ya que veían que su padre no estaba triste, más bien reía todo el tiempo.

Eran una verdadera y muy feliz familia. Los niños sentían ansiedad de ver a su hermanito por lo tanto contaban los días para verlo nacer. Escribían en sus cuadernos diversos tipos de nombres.

Sara era feliz aunque no se le olvidaba aquella amenaza  que flotaba en el aire sobre su persona y su familia.

Esa tarde ambos se encontraban en una de las confiterías más prestigiosas de la zona junto a sus hijitos. Disfrutaban como hacía mucho no lo hacían.

En un momento dado Sara fue al baño, pero cuando se disponía a salir una mujer corpulenta entró impidiéndole la salida, obligandola a retroceder mientras que otra salía de uno de los baños para ir a lavarse las manos al tiempo que decía.

- No te habrás olvidado de nosotros ¿cierto Sara? - la aludida empezó a temblar, volteó para mirar a quien hablaba que con gran tranquilidad se secaba las manos- Hace meses que volviste junto a tu esposo, nosotros cumplimos. Pero tú no

- No pude....no disponía del momento para....

- Sara, Sara al parecer deseas volver al mugroso mundo de donde vienes.
- No, por dios....no...

- Entonces danos el nombre de quien ayuda legalmente a Nick, tu esposo, para poder destruirlo. De lo contrario volverás al lugar debdonde vienes, a esos burdeles. Y si bien no podremos hacer nada con tus hijos mellizos, si nos ocuparemos del que está en camino.

Sara empezaba a llorar sin dejar de temblar al tiempo que apretaba sus labios.

-Dejénme en paz. No dije nada, tal como se los prometí. Nunca voy a decir nada a nadie sobre ustedes ni sobre la agencia.

- Lo sabemos Sara, eres callada, obediente y leal a nosotros. Como obediente que eres me darás el nombre ahora mismo. Y recién podrás seguir con tu vida sin problemas. Deja de llorar y empieza a hablar - la mujer le decía aquello mientras acariciaba su mejilla - Eres muy pero muy apetitosa Sara, así que coopera y permitiremos que Nick Archer te tenga al cien por ciento.

Sara cerró los ojos, mientras dejaba de llorar y de temblar. Estaba harta de esta gente, se creían sus dueños. Despedazaron su mente y su alma, pero el amor de Nick la reconstruyó. No dejaría que lo lastimen.

Cuando abrió sus ojos de nuevo suspiró profundo mirando a la mujer con dureza y frialdad. Esa maldita se hubo ensañado con su persona, pero quería olvidar. Por dios ya no soportaba más.

- Ustedes se creen mis dueños cuando en realidad no es así. Solo son unos secuestradores que destruyen vidas. Se merecen pudrirse en la cárcel.

Aquello lo dijo con extrema dureza y frialdad provocando una burlista sonrisa en la mujer.

- Al parecer aún conservas tu propia escencia. Eso muy malo para todos Sara.

La muchacha se alejó dos pasos mientras sacaba algo de su bolsillo siendo consciente de estar siendo observada.

Sabía que esas marimachas se la llevarían de vuelta al infierno. Pero ellas no contaban con algo.

Se colocó una manopla de hierro con tres afiladas puntas en cada mano, y siendo más veloz que el rayo movió sus manos con gran agilidad logrando desgarrar las gargantas de esas dos malditas, quienes cayeron al suelo sin vida al instante siguiente.

La mujer que estuvo hablandole la miraba asorada, mientras la vida desaparecía de su cuerpo. Sara la miró con frialdad.

- Gracias a ustedes tuve que sumergirme en otro mundo muchisimo más oscuro y demoníaco - la moribunda respiraba entrecortado - Descuida te morirás en unos instantes. ¿Querías saber quién ayuda a mi esposo en su afán por destruirlos a ustedes? La respuesta es nadie, lo convencí de alejarse de ustedes. El enemigo no es Nick ni sus amigos sino yo. Y adivina qué. Una menos, solo faltan tres. Adios Katty.

La peliroja que la torturaba cuando recién había sido capturada murió en esos instantes, mientras  Lucy, una amiga de la infancia suya, aparecía. Sara le entregó las armas y Lucy le dió otra camisa idéntica a la que llevaba puesta. Sara se cambió al instante.

- Ocupate de todo Lucy, recuerda la regla.
- Lo sé Sara, nadie debe saber nada. Descuida. Karin está ocupandose de todo.
- Bien. Debo regresar.

Karin aparecía en ese momento, ella eligió ayudar a Sara al final por lo que se alejó de su antigüa y cómoda vida definitivamente.

-¿Por qué no le cuentas toda la verdad a tu esposo? - quiso saber Karin

- ¿Decirle que estuve loca y me denigraron más de lo que ya hicieron conmigo? - luego señaló al cadáver de Katty - ¿Decirle que este monstruo mandó a una bestia para que luego de violarme incontables veces logró embarazarme, así cuando dí a luz Katty mató a mi bebé frente de mí apenas nació?

- Sara, él te entenderá como nosotras.... - dijo ella Karin

- No, nunca no. Quiero olvidar....quiero....tener una vida normal....y lo que es más importante, no quiero que se involucre. Esta bestia no solo mandó a violarme, además mató a mi bebé y me programó para serle leal. Me enloqueció y....y....

- Te alejaste de la realidad, lo sabemos - continuó Lucy - Tranquila, nosotros te ayudaremos Sara, somos tus amigas. Así que ahora debes irte.

Sara así lo hizo y como ese baño estaba alejado de todos nadie se dio cuenta de nada.

En unos minutos la escena quedaba limpia sin rastro alguno y Sara volvía junto a su amada familia como si nada hubiese pasado.

Nick le dió la oportunidad de tener un nuevo comienzo y ella lo protegería. Esa maldita agencia estaba condenada y ella sería quien la haría caer.

Necesitaba liberarse de esa maldita programación mental y salvar a las demás chicas de esos monstruos.

La aterraba el solo imaginar que su amado dorado y sus mellizos fuesen lastimados por esos monstruos.

Ya había perdido a un hijo, esa fue la razón de su locura y desprendimiento de la realidad. ¿Cómo podría decirle que en realidad era una basura total? Imposible.




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