Las Chicas Perfectas

VEINTISEIS

Al salir afuera en medio de la tormenta, la secuestradora y su víctima, se fueron por el camino de piedra naranja rumbo a su auto. Anthony mordió la mano de su secuestradora sin dejar de forcejear.

-¡Ay maldito mocoso! 
¡Me las pagarás caro! 
-¡Auxilio! ¡Ayúdenme! 
-Ya eres mío - ella abrió el baúl del auto y arrojó al niño adentro cerrándolo al instante siguiente - Quédate ahí dentro maldita bestia.

Anthony golpeaba el baúl gritando desde adentro y llorando a más no poder. Pero no bien cerró el baúl, la mujer sintió un agudo dolor en abdomen.

Tardó unos segundos en comprender por qué su sangre iba humedeciendo su ropa y abandonando su cuerpo, llevándose con ella sus energías vitales.

Una herida mortal provocada por Sara, quien estaba parada frente suyo, con una bata negra de cama que envolvía su cuerpo al completo.

Era lo único que llevaba puesto. La pelinegra estaba descalza. En su mano derecha llevaba una manopla con tres cuchillas de acero filosas.

La maestra miró a Sara más que asombrada ya que desde que la conoció, esa mujer solo sabía llorar y temblar.

Se veía siempre como una víctima y en extremo débil. ¿Cómo es que ahora se veía como una....asesina?

-¿Tú? 
- ¿Quién te mandó?
- ¿Qué? 
- Mala respuesta

Sara volvió a atacarla haciendo que cayera al suelo, ella respiraba entrecortado sintiendo que la vida se le escurría entre sus dedos como agua de río.

Sara se acucliyó mirándola con frialdad, ambos estaban empapados por la lluvia helada. La maestra herida empezaba a tiritar del frío.

-¿Quién te mandó? 
-N-Nadie
- ¿Por qué quisiste secuestrar a mis hijos?

- Son hermosos y....y....ustedes son millonarios. Pretendíamos pedir rescate y devolverles a uno solo.

-¿Por qué?
-Quise conservar a uno de tus hijos conmigo. Más en concreto a Anthony ¡Ya te dije! ¡Son hermosos!

Sara comprobaba que nada tenían que ver con la organización oscura. No valía la pena matarla, pero si darle una lección. Le había dañado la matriz imposibilitándole poder tener hijos rn un futuro.

Nick salío al tiempo que Sara se colocaba de pie. Tras el rubio salían algunos criados que llevaron a la herida maestra al interior de la casa junto a su cómplice, el mayordomo.

Nick abrió el baúl y sacó a Anthony de allí quien se pegó a él temblando y llorando. Sara volvió al interior de la casa, ya que no quería ser vista así por su hijo.

Los amigos abogados de Nick llegaron al poco tiempo, ya que el rubio los llamó. Como abogados que eran los tres, se ocuparon de la maestra y su cruel aliado, el mayordomo.

Los acusaron de intento de secuestro y asesinato. Por supuesto que la policía se los llevó y a los pocos días eran condenados a treinta años de prisión.

Mientras eso ocurría Sara entró a su habitación, se duchó y secó. En breves se vistió y fue a ver a sus hijos. Nick estaba con ellos, quienes seguían muy asustados.

Sara abrazó a Anthony quien le rodeó el cuello con sus brazitos. La muchacha lo sujetó en sus brazos con fuerza, mientras no dejaba de besarlo.

Anthony lloraba aún, ocultando su carita en el hombro de su querida mama. Pero Sara no dejaría que nada malo les pase a su hermosa familia.

- Fuiste muy valiente Anthony, muy valiente. Pero tu padre y yo los cuidaremos a tí y a tu hermana. Nada tienen que temer.

- Así es pequeñito - Nick tenía en brazos a Ana- Nosotros los cuidaremos siempre, después de todo somos una familia.

Sara se quedó con los gemelos durante el resto del día, mientras Nick se ocupaba de lo legal con los traidores ex empleados suyos

Cuando pudieron meter en prisión a la maestra y al mayordomo, lo cual sucedió una semana después, Nick y Sara cambiaron gran parte del personal. Y en ésta ocasión se aseguraron de obtener a los más leales y habiles.

Nick llamó a su amigo Rocky como nuevo mayordomo, mientras que Sara los llamó a sus tres leales amigos. Karin, Javier y Lucy quienes serían capaz de morir si con eso podrían ayudar a Sar.

Karin sería la nueva niñera y maestra, mientras que Javier sería el nuevo chofer, y Lucy sería una criada más, que se ocuparía de la limpieza de las esculturas y demás adornos importantes de la mansión. Ellos tres, además, eran buenos científicos y doctores, hecho que les resultaba muy útil a la hora de actuar ante ciertas situaciones.

Sara y Nick no cometerían el mismo error dos veces. Karin pronto supo ganarse el cariño y la confianza de los gemelos disfrutando así permanecer con ellos por el solo hecho de ser los hijitos de Sara. Ella además les enseñaba técnicas de defensa personal que fascinaba a los niños.

Días les llevó a Nick y Sara recuperar la paz y seguridad dentro de la mansión. Pero al fin llegó la tranquilidad a sus corazones. Ahora sí, la mansion aquella era una fortaleza impenetrable al fin. Un auténtico paraíso para todos ellos.

 




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