Las Chicas Perfectas

VEINTINUEVE

Tras una semana completa de encierro, Sara sentía que se iba a enloquecer de la desesperación. Los cinco estaban en la habitación de la pareja, y la muchacha no podía soportarlo más. Se sentía encerrada.

Aprovechó que los gemelos estaban con Karin en clase y el bebe con su otra niñera para estallar. Se sentía tan angustiada debido a que ese encierro le traía malos recuerdos sobre lo vivido estando prisionera, momentos en los cuales permanecía atada a una cama, siendo drogada y violada más de una vez cada hora.

—¡Estoy harta por dios! ¡Necesito salir! — Nick la miró asombrado — ¡Déjame salir! — Sara empezaba a respirar entrecortado — Nick por favor, ten piedad, por favor te lo pido, por favor. Solo dejame salir.

Sara empezaba a llorar y a temblar de los nervios mientras se abrazaba a sí misma. Se volvía a ver encerrada en esa odiosa habitación sin posibilidad de escape, volvía a sentir las intensas torturas en su cuerpo y en su alma.

Nick la abrazó con dulzura. Sara le devolvió el abrazo con fuerza llorando intensamemte.

- Ellos me tenían encerrada todo el tiempo, por dios Nick. No me hagas eso tú también. Te lo imploro.

— Tranquila mi amor, saldrás inmeditatamente pero prometeme que no nos dejarás de lado otra vez.

— Prometido
— Ven mi amor — Nick la tomó de la mano y abrió la puerta.

Sara salió desesperadamente, respirando bocanadas de aire. Su semblante cambiaba sorprendentemente. Ahora no solo dejaba de llorar y de temblar, sino se renovaba su alegría y felicidad.

Los gemelos corrieron, al verla fuera de la habitación, a Sara felices para abrazarla.

La pelinegra se arrodilló y les abrió los brazos abrazándolos a los dos a la vez con fuerza. Los adoraba, ya que los dos eran la viva imagen de su amado Nick.

Sara los besó a ambos con intenso amor, estaba desesperada por protegerlos. Nick sostenía en sus brazos al bebe sin poder dejar de mirarlo embelezado.

Sara y los gemelos salieron al jardín a correr y jugar, esa tarde fue excelente para la mamá y sus pequeños, quienes la disfrutaron a más no poder. Los tres reían felices.

Entrado el atardecer, todos volvieron a la mansión. Los gemelos fueron bañados por los criados y Sara. En tanto Nick dedicó su tiempo al bebe.

Luego de cenar fueron a sus habitaciones, allí Nick abrazó a Sara con intensa pasión. 
—Estás radiante mi amor — le decía el rubio — Al punto que despiertas en mí la pasión más salvaje.

— Y tu sigues tan atractivo como siempre ¿sabes qué? — Sara lo abrazó con efusividad — Me tienes excitada Nick — presionó su cuerpi contra el del rubio para que sienta cómo empezaba a humedecerse y excitarse — ¿Ves?

— Es la mejor de las noticias que puedo recibir de tí Sara.
—¿En serio?

— Si — el rubio amasaba sus nalgas con intenso placer.
— ¿Y por qué?

— Porque es así como debes estar siempre. Y me aseguraré de que así sea Sara.

— Oye, no es justo Nick. 
— No me importa....mi amor.

Como respuesta, Nick la besó con pasión ardiente mientras acariciaba su delicioso y delicado cuerpo femenino. La tomó allí mismo, junto a la chimenea sintiendo el calor abrazar sus cuerpos desnudos.

 




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