Las Chicas Perfectas

TREINTA Y NUEVE

Ana estaba muy feliz, de hecho había recuperado el ánimo luego de ver a Kaspy y asegurarse de poder estar en contacto con él. De esa forma la muchacha dorada se pasaba horas hablando con él por su celular, y cuando no lo hacía chateaba con su amado.

La luz que emanaba de Ana hacía sonreír a sus padres ya que entendían lo que ella sentía. Pero Anthony estaba algo celoso, debido a que sentía que Kaspy le robaba a su gemela. Ésto lo llevaba a discutir en más de una ocasión con la misma Ana por la actitud de la doncella.

Como hasta el momento a Ana no le era permitido salir sola de la mansión, hacía videollamadas con Kaspy en su habitación.

Pero aquello despertaba más aún la necesidad de besar a Kaspy, y sentir sus brazos alrededor de su cuerpo que comenzaba a padecer por la desesperante necesidad de experimentar el amor de su amado en ella.

Ésto la inducía a bañarse con agua helada un par de veces al día. Estaba muy inquieta y para peor de sus males aquello iba en aumento. Por supuesto que seguía confinada en la mansión de sus padres, y si es que le permitían salir debía ser en compañía de su gemelo o de sus mismos padres.

Por supuesto que Ana entendía que su familia hacía eso solo para protegerla, pero en verdad estaba desesperada. Nadaba en la piscina climatizada de la mansión gran parte del tiempo.

Al cabo de un mes entero, ella ya no sabía qué más hacer para que esas molestas sensaciones desaparezcan de su cuerpo. Pero Ana era plenamente consciente de que eso no ocurriría mientras siga alejada del cuerpo de Kaspy.

Esa noche cuando ella y Kaspy hicieron la videollamada, no soportó más y lloró de la intensa desesperación que sentía.

- Kaspy....te deseo tanto mi amor....tanto...
- Ana tranuilizate, respira profundo.

- Eso no sirve, ya lo intenté todo
- Ana
- Te necesito Kaspy
- Amor mío, encontraremos la forma.

- Mi familia solo quiere protegerme, lo sé pero....pero....hay dios...

- Te aprisionan lastimándote, lo sé. ¿Sabes? Iré a tu casa
-¿Qué? Pero...no...
- No me importa nada, solo amarte Ana.

La doncella dorada se sintió aliviada en verdad. Pero su hermano, que hubo escuchado eso último intervino al entrar al dormitorio.

- Ni lo sueñes Ana, dile a Kaspy que no se moleste en venir porque no será admitido aquí. Nuestros padres y yo no lo dejaremos entrar.

Anthony estaba en verdad celoso, por lo que era incapaz de percatarse de la necesidad de su hermana.

-¡¿No pueden hacernos eso?! ¡Maldita sea! ¡Vete de mi habitación Anthony!

Sin esperar respuesta lo corrió y cerró con llave la puerta. Al quedar sola, Ana se acariciaba sus partes íntimas respirando entrecortado.

- Iré por tí mi amor - dijo Kaspy - No me importa nada de lo que digan.
- Perfecto, te esperaré fuera. Que se vayan al diablo.
- Hecho

Al cortar, Ana se alistó y colocó todo lo necesario en un bolso. Se vistió con ropas oscuras para pasar desaparecibida, además eran del tipo que usan en el sector de la ciudad donde vivía Kaspy.

Luego salió de la mansión por la puerta de la cocina. Una vez fuera, esperó a su amado. Momentos después Kaspy llegaba en su auto. Ana subió y ambos se perdieron en la noche.

La joven dorada no quería hacerles eso a su familia, pero no le dejaron más opciones.

Ana necesitaba experimentar el amor de ese hermoso muchacho de cabello bicolor, en su cuerpo. Por tal razón lo miraba con ardiente deseo, sonriendole con intensa sensualidad.

- Gracias por liberarme - le dijo Ana acariciandole su entrepierna, comprobando así que él estaba más necesitado que ella misma - Te deseo Kaspy y por lo visto tú a mí también.

- Iremos a un motel ¿que te parece? 
- Perfecto, aunque preferiría encerrarme contigo en mi habitación y tirar la llave.

Como única respuesta, Kaspy sonrió con deseo intenso también.

 




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