Las Chicas Perfectas

SESENTA Y DOS

Sindy disfrutaba del poder que Ana le había ensañado a utilizar. En verdad le resultaba maravilloso ese poder, que ejercía sobre aquel hermoso rubio.

Si bien su padre Gay no le permitía salir sola de la mansión jamás, eso no significaba que Sindy se encuentre imposibilitada de seducir a su amado dorado.

Filmaba, en su habitación, videos sensuales donde hacía las más sexys y eróticas poses y movimientos. Luego los editaba en su computadora para finalizar enviándoselos a Anthony a su mail.

Inmediatamente le mandaba a su celular un mensaje de texto diciendole sobre el "regalito" virtual que le acababa de enviar.

Anthony quedaba en extremo excitado sin siquiera poder pensar con claridad. Normalmente volaba a la mansión de Sindy para devorarla con su amor salvaje, quedándose toda la noche con ella.

Pero había ocasiones en las que Gay no le permitía tocar a su hija siquiera. Era un padre en extremo celoso y protector. Sindy era la unica pariente que Gay tenía, toda su familia, padres y hermanos, estaban muertos. Y la madre de Sindy murió cuando ésta nació.

Era lógica su reacción para con su hija. Aunque a Gay le caía bien Anthony, no estaba preparado para cederle a su hijita Sindy. No aún. Por tal razón a Anthony no le caía nada bien el padre de su amada.

Esa noche, era una de esas ocasiones donde Gay no iba a permitirle a ese rubio demandante tocar a su hija. Ni siquiera estaba dispuesto a permitirle entrar más allá del living de las visitas. Sindy era solo suya y de nadie más.

Aunque Gay se mostraba amenazante, Anthony no se dejaba intimidar por ese celoso pelirojo que era su suegro. No obstante Sindy no la estaba pasando nada bien, debido a que ella en verdad deseaba estar un rato a solas con su amado rubio.

- Sindy vete a tu habitación
-Pero padre...
- Sin peros hija

- Oye Gay, ella ya no es una niña - intervino Anthony.
- Lo que suceda en mi familia no es de tu incumbencia Anthony.

-Pero padre no quiero irme, quiero....
- Nada - la cortó Gay - Tu obligación es obedecerme en todo y sin protestar.

Sindy cerró las manos en forma de puños debido a la impotencia que sentía. Era plenamente consciente que a su padre no se le discutía, y que sus órdenes se obedecían si o sí. Pero aquello la desesperaba en verdad.

-Padre....por favor....
- Sindy ¿desde cuándo discutes mis ordenes?
- Por favor te lo pido, por favor - la pelinegra empezaba a llorar de la desesperación.

Anthony no pudo más y corrió a abrazarla, Sindy se perdió en ese abrazo con intensa desesperación. Incluso temblaba.

- Gay, entiendo que te preocupa tu hija pero...mirala ¿en serio no te importa su dolor? Gay yo jamás le haría daño. La amo - el rubio hacía el sobrehumano esfuerzo por mantener la calma pero en verdad le estaba costando.

Gay apretó los labios con furia, ya que sentía que su hija se le escapa de control como agua que se escurre entre sus dedos. Pero pudo ver lo que Anthony le intentaba mostrar, el intenso dolor de Sindy y se odió por ello.

Suspiró profundo intentando aclarar su mente. 
- Sindy....hija....yo....
- Padre no me separes de Anthony, por favor te lo pido.

- Yo....no quiero perderte hija, eres todo lo que tengo en la vida.
- No me perderás papá, pero no me alejes de quien amo.

- Gay, incluso mantenerla encerrada en la mansión es demasiado excesivo - decía Anthony con dolor.
- Lo que yo hago....

- ¡No! - explotó Anthony - Lo siento Gay, pero no es asunto tuyo sino de nosotros tres. Gay, no quiero separar a Sindy de tí. Quiero formar parte de tu familia, que en todo caso que ustedes dos formen parte de la mía ¿Tan difícil te resulta entenderlo?

Gay respiró profundo antes de responder.
- Si, me cuesta bastante. Porque no quiero que me quites a Sindy.

- Papá ¿no te diste cuenta que donde sea que yo vaya tú siempre vendrás conmigo? Jamás te dejaré ¿entiendes? Jamás.

Padre e hija se abrazaron con fuerza. Recién Gay terminó de aceptar a Thony y el rubio se sintió en paz.

Sindy sujetó a su dorado amor y lo arrastró rumbo a su habitación donde se desnudaron con intensa desesperación para amarse con salvaje pasión.

En tanto Gay llamaba a su amante, esa noche la tendría entre sus brazos.

- Iré a tu mansión - le decía el pelirojo - No pienso despegarme de tu cuerpo en toda la noche
- Te espero ansiosa Gay - la voz femenina lo excitó a más no poder.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.