Las Chicas Perfectas

SETENTA Y CUATRO

Los días pasaban y Anthony decidió ayudar a su amada desde la misma ley, él estudiaba abogacía por lo tanto algo podría hacer. Esa tarde había estado dedicado al estudio en la biblioteca, donde pudo ir detectando varios aspectos que podrían serle útil para liberar a Sindy. Sin embargo necesitaba seguir indagando más a fondo.

Sabía que un buen abogado lo podría ayudar y sacar de ese encierro a Sindy, pero al ser sus padres abogados y encima pertenecer a la aristocracia, era consciente que nadie se prestaría para oponerse a ellos.

Menos aún al ser ahora tan populares debido al gran éxito que tuvieron al haber exterminado a una agencia, que a ojos de todos parecía ser prácticamente invencible como lo era la agencia de Las Chicas Perfectas de Adam.

En otras circunstancias, él en verdad se sentiría más que feliz ya que su mamá Sara y su gemela Ana fueron víctimas de esa agencia. Sin embargo, en estos momentos sentía que ese triunfo le jugaba en contra.

Por eso no tenía a nadie a quien recurrir, salvo a los libros y a sus profesores con preguntas técnicas encubiertas para que no se dieran cuenta de nada.

Nick, por su parte, deseaba hacer las pases con su hijo nada lo haría más felíz que eso. Pero Anthony había colocado un gran muro entre ambos.

Algo parecido sucedía con Ana también, ya que la joven deseaba la felicidad de su gemelo.

Ésto empujó a Nick a acercarse más al pequeño Ismael. No quería seguir cometiendo tantos errores como padre.

El pequeño valoraba cada momento en que su padre pasaba con él, por tal razón el rubio empezó a dedicarle largas horas logrando generar un hermoso lazo de unión entre ambos.

Sara también empezaba a dedicarle tiempo al pequeño, esto despertó en Ismael un instinto protector hacia su mamá Sara mucho mayor que el que tenía Anthony.

Eran una hermosa familia los tres. Ana junto a Kaspy y el pequeño Kawasaki vivían solos en un  departamento del bajo mundo que alguilaban. Trabajaban a medio tiempo tanto él como Kaspy debido a que Nick los había hechado de su mansión y de su vida.

Ana se había distanciado de su padre, no así de su hermano Anthony con quien compartía buenos momentos. Pero le dolía no poder ver a su padre Nick, ya que este se hubo cerrado en su oscura decisión.

No obtante las cosas estaban así. Anthony, si bien valoraba la cercanía de sus padres y su hermano menor, le dolía que su mamá Sara sea tan infelxible al respecto.

Esa tarde había descubierto una luz en medio de tanta oscuridad. Podría liberar a Sindy valiendose de un tecnicismo si conseguía hacer bien la jugada en cuestión.

Para ello primero tendría que tragarse el orgullo y la bronca para poder recurrir a Misa quien estaba al final de la carrera, a diferencia de él que estaba a medio camino.

Había anotado todo en su libreta, ahora tenía que buscar a Misa. Fue cuando Sara entró a la biblioteca donde él se encontraba. Ella quería hacer las pases con su hijo favorito. Anthony frunció el ceño al verla acercarse.

— Anthony, tenemos que hablar hijo.
— ¿Qué quieres Sara? 
— Esto no puede seguir así hijo. Somos una famiiia y debemos comportarnos como tal. Demasiados problemas tuvimos en el pasado ¿no te parece?

Anthony lo sabía, en verdad lo entendía y nada quisiera más que volver con sus padres como antes. En especial con Sara, su querida mamá.

Pero estaba en extremo dolido, porque no hacían el menor intento por entenderlo. Ni ellos ni Gay.

— No es mi culpa que la agencia de Adam las hayan secuestrado tanto a tí como a Ana. Tampoco es mi culpa que ahora las cosas estén así. Pero a ustedes no les importa, ya nos remplazaron a Ana y a mi por Ismael y el que viene en camino.

—¿Cómo puedes decir algo así Anthony? Nadie reemplazó a nadie. Cada hijo es único, por dios. A Nick y a mí nos importan todos ustedes.

—¿En serio?
— Si, por dios.
— No se nota mamá. Ahora si me disculpas estoy ocupado. 
— Anthony por favor

Sara se veía dolida y angustiada, pero Anthony se mantuvo firme. No daría un solo paso en favor de sus padres sin antes de haber liberado a Sindy. Ella era su prioridad y sus padres deberían ser capaces de comprenderlos.

— Sara, no fui yo quien ocasionó esto. Sino la inflexibilidad de Nick y tu incondicional apoyo hacia su persona. Mi padre.

—¿Cómo pretendes que le dé la espalda? Es mi marido por dios.
— Claro, y yo no cuento para nada. Aunque sea tu hijo. 
— Anthony no sigas así, nosotros en verdad te queremos. 
— Debo irme padre, es tarde.

Cuando quiso irse Nick le dijo.
— Piensa lo que haces Anthony, porque si te vas no dejaré que vuelvas a entrar a esta casa. Lo mismo le dije a Ana y bueno, ella eligió marcharse dándonos la espalda a todos. Tú ¿harás lo mismo?

— Sindy, ayúdame a liberarla de su encierro y no solo me quedaré aquí, conseguiré que Ana regrese.

— Ana ya no cuenta Anthony. Se fue y no podrá volver a pedir nada de nada. Su vida, su elección.

Anthony miró a su padre anonadado. Su gemela siempre fue su favorita.
— Pero Ana siempre fue tu favorita padre.

— Y su actitud fue imperdonable para mí. Pero aún estás tú.
— Ya veo padre, entonces tus palabras solos fueron eso. Palabras vacías.

Anthony no tenía donde ir, a diferencia de Ana, él no estaba acostumbrado a otro tipo de vida. Respiró profundo pero no se resignó.

— De acuerdo no me iré a ningún lado padre, pero éste no es el camino adecuado.

—Se hará lo que yo ordene únicamente. Esta es mi casa por lo tanto son mis reglas.

—¿En serio? Creí que te importaba que volviesemos a ser una familia.
— Me importa más de lo que puedes llegar a imaginar. Mucho más.

— ¿Por eso es que echaste a Ana a la calle? Porque te importa que volvamos a ser una familia ¿eh?

— Ana se puso en una actitud muy inflexible para conmigo. No me dejó otra opción.
— Siempre hay opciones padre. Que tú no quieras verlas es otra cosa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.