Las chicas que nadie elige

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Nunca olviden ser felices, sonreír alimenta tu alma, no importa que tan vacío estés, tu sonrisa cambia vidas y brinda esperanza.

La mañana llegó como un rayo de sol directo a mi corazón. Me desperté con una sonrisa que no pude controlar, como si el mundo estuviera pintado de colores más vivos de lo normal. Me sentía realmente feliz, como si todo estuviera alineado por primera vez en mucho tiempo.

Me levanté de la cama, me lavé la cara rápidamente y me dirigí a la cocina con un ánimo completamente diferente. Me puse a barrer el suelo y a limpiar los platos mientras tarareaba una canción. Estaba completamente concentrada en mis quehaceres, disfrutando el momento.

—¿Qué diablos te sucede, Berenice? —escuché una voz que me hizo detenerme en seco. Era mi madre, apoyada en el umbral de la puerta de la cocina, mirándome con una mezcla de confusión y desconfianza.

Me giré para mirarla, con mi mejor sonrisa aún en el rostro.

—¡Nada! Estoy feliz, mamá —respondí con un entusiasmo que no podía ocultar.

Su ceño se frunció.

—¿Feliz? Eso es raro en ti. Siempre has sido así, siempre distante, siempre con algo en la cabeza —respondió con una voz grave que me hizo sentir incómoda.

No le presté mucha atención. Volví a barrer el suelo mientras cantaba más fuerte, completamente decidida a no dejar que nada arruinara mi buen ánimo.

—¡No digas cosas malas, mamá! Estoy bien —respondí, con un tono firme que la hizo retroceder ligeramente.

Me sentía tan contenta que me sentía invencible. No me importaba lo que dijera. La idea de tener un nuevo comienzo, de enfrentar la escuela y cualquier otra cosa con una sonrisa genuina me hacía sentir poderosa.

Preparé mi mochila, me puse mi chaqueta y salí de casa con el corazón ligero, con una sonrisa que no podía borrar de mi rostro.

Mientras me dirigía hacia la escuela, vi una figura familiar que venía de frente. Mis pasos se aceleraron automáticamente. Era Matteo, con su sonrisa habitual y ese brillo en los ojos que me hacía recordar por qué era tan difícil ignorar su presencia.

Caminar hacia él fue algo natural. No pude evitar acercarme un poco más y, de forma espontánea, le di un golpecito en la espalda para saludarlo.

—¡Hey! —dije con una sonrisa amplia.

Se giró de inmediato, su sonrisa iluminando todo el camino.

—¡Hola! —respondió, con ese tono suave y cálido que siempre tenía—. ¡Te ves feliz hoy!

Notó mi sonrisa, y sus ojos brillaron con algo que no pude identificar.

—Pareces otra chica cuando sonríes así —dijo con una sonrisa aún más amplia.

Mis mejillas se sonrojaron un poco. Sentí que su comentario me atravesaba como un pequeño rayo de felicidad.

—Gracias, Matteo —respondí, sonriendo más—. Hoy es un buen día.

Caminamos juntos por un momento, con el sonido de la ciudad y el murmullo de otros estudiantes a nuestro alrededor. No podía creer lo bien que me sentía.

Más tarde, en la biblioteca, el ambiente era tranquilo y cálido. Estábamos en nuestro rincón habitual, alejadas de todo lo que nos hacía sentir vulnerables.

Bella tenía una sonrisa enorme en su rostro. Nos miró emocionada mientras sacaba su celular y nos mostró una foto.

—¡Chicas! Conocí al chico, y todo salió bien. Fue genial. No me sentí nerviosa para nada. Simplemente fluyó —comentó con una sonrisa de oreja a oreja.

Nos miramos todas emocionadas.

—¡Bella! Qué bien por ti —dijo Hope, abrazándola—. Me alegra saber que todo te salió perfecto.

—¡Sí! Ahora siento que esto es como un nuevo comienzo para nosotras! —agregué con entusiasmo.

Bella seguía sonriendo mientras contaba más detalles de su encuentro. Nos sentíamos emocionadas. El día parecía ir perfecto. Todo estaba en su lugar, y el mundo se sentía bien. Hasta que, de repente, un sonido nos sobresaltó: el tono de una notificación.

Nuestras miradas se dirigieron automáticamente hacia el celular de Nia.

—¿Qué es eso? —preguntó Hope con curiosidad, acercándose para mirar.

Nia desbloqueó la pantalla y nos mostró una alerta que nos heló el corazón.

"Notificación: Su blog debe cerrarse. Contenido que incita al odio e inseguridad detectado. La cuenta será cerrada en 24 horas si no se toman acciones."

Nos quedamos todas en silencio. Las sonrisas se borraron de nuestros rostros de inmediato.

—¿Qué? —preguntó Bella, con el ceño fruncido.

—No puede ser... —murmuré, sintiéndome completamente estupefacta.

—Esto no tiene sentido —dijo Hope, claramente preocupada—. Nosotros solo compartíamos nuestros sentimientos, experiencias, y reflexiones. No incitamos odio.

Las chicas empezaron a murmurar, discutiendo sobre lo que significaba esa alerta. La emoción y la felicidad que habíamos sentido unos minutos atrás ahora se sentían completamente desaparecidas, reemplazadas por una mezcla de miedo y ansiedad.

—¡No puede ser! —gritó Bella, frustrada—. Esto es una tontería. ¡Nosotras solo compartíamos nuestras historias!

La energía se había evaporado. Nos miramos las unas a las otras, sin saber qué hacer. El mundo se sentía frágil de repente, como si todo lo que habíamos construido se estuviera desmoronando.

El blog que habíamos creado, nuestra única forma de expresión, parecía estar en peligro.

La idea de perder todo lo que habíamos construido nos golpeó con una fuerza inexplicable.

Nos quedamos en silencio un rato largo, cada una de nosotras perdida en sus pensamientos, sintiendo que el día, que había comenzado tan bien, había tomado un giro inesperado y doloroso.




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