Las Claves Del Indio

XLV. SAN TELMO CON LLUVIA

El San Telmo pintoresco lleno de puestos cuyo dueño es -según la versión del Chiquito Cabello- el arquitecto que salió en el diario, ese San Telmo de domingo a la tarde soleado que ven los turistas, plagado de artesanos y anticuarios, se torna ominoso un día cualquiera de la semana al anochecer, y más aún si es con lluvia. Llueve seguido últimamente y el limpia parabrisas funciona cuando se le antoja. Tanto puede oscilar enloquecido como detenerse de golpe por varios minutos, que es lo que pasa ahora impidiéndome ver la numeración, que aparece cada tanto, en una de cada cinco casas. Supongo que retiran las chapas a propósito para evitar que los oficiales notificadores ubiquen donde dejar las órdenes de desalojo, ya que los pasadizos que se entrevén cuando alguno de los antiguos portales queda abierto dan todo el aspecto de ser habitados por ocupas, sensación que refuerzan los balcones, atiborrados de objetos indescifrables.

Mi malhumor va creciendo, pero sería injusto atribuirlo enteramente al encargo de Palito de alcanzarle hasta allí los currículums emprolijados e impresos. La discusión con ELCOVE ya me había alterado bastante.

No niego que resultase extraño que el enigmático SERTUFILIUS fuera quien publicase en Mercado Libre –como lote indivisible, se aclaraba- el revistero de Caram (incluso más aún de lo que yo recordaba haber visto de chico, ya que la oferta incluía los quince primeros números corridos de ¡Inéditas!). Pero no daba para la locura que ELCOVE pretendía, acicateándome para que ofertase, teniendo en cuenta además el disparate que se pedía en la publicación. Si bien el muy ladino apelaba a que una vez en contacto con el vendedor podía llegar a negociar solo la compra de los dos que me faltaban, el interés era exclusivamente suyo, fruto de su inagotable paranoia. Buscaba develar la verdadera identidad de quien se ocultaba bajo el alias de SERTUFILIUS.

Cuando Elio ya se había puesto demasiado cargoso, al punto del golpe bajo de decirme –dando por auténtica la publicación, como si realmente creyese en ella- que no podía dejar pasar la oportunidad de mi vida de saldar aquella cuenta del pasado con el revistero de Caram, se me terminaron agotando los argumentos y la paciencia, y terminé revelándole que había identificado esos títulos en Selección de las Mejores, y que incluso uno de ellos, “Misión secreta”, rebautizado “Espionaje industrial”, lo tenía. Y añadí que el otro, “Petróleo y champán“, en su versión de "Hijo impródigo", lo podía conseguir por dos pesos en Mercado Libre.

A mi última frase la siguió el silencio. Supe de inmediato que la furia helada de ELCOVE se iba a traducir en un mutis. Fijé mi vista en el reloj del monitor y dejé que pasara un minuto. Recién entonces miré el gabinete contiguo. En efecto, ya no estaba.

Un impulso que procedía del incidente mismo me llevó a ir hasta el mostrador y avisar al chico que atendía que quería descargar unas imágenes de la web para imprimir. Me acompañó hasta la computadora y del anuncio de SERTUFILIUS le indiqué dos tapas: la de “Misión secreta” y la de “Petróleo y champán“. Mientras el pibe ajustaba el tamaño (22 x 14, lo sabía de memoria) y mandaba la orden directamente a la impresora, decidí que a la primera la pegaría sobre la cuatrocientos sesenta y nueve, “Espionaje industrial”. Y que iba a guardar la segunda para hacer lo mismo cuando consiguiese la trescientos cuarenta y nueve, "Hijo impródigo". Con esa acción le retrucaba a ELCOVE por haberme dejado, como quien dice, con la palabra en la boca.

Terminé con los currículums distraídamente, y me acerqué con el diskette al mostrador para imprimir. Ya estaban listas las tapas, que habían quedado bastante bien, teniendo en cuenta la pobre definición con que publica el sitio. Apenas un poco pixeladas por la ampliación, pero más que dignas. El pibe había mejorado bastante el color, de lejos parecían auténticas. Con el aturdimiento del entredicho me había olvidado avisarle que cierre la PC, de modo que los minutos siguieron corriendo mientras esperaba las impresiones y la cuenta total se me fue por las nubes.

Encima, cuando estoy saliendo, me acuerdo que llevaba la fotocopia de la número dos de Andanzas para escanear la tapa, aprovechando que iba a un ciber de Capital, porque los de La Plata son un desastre. Me había pedido expresamente JUANO –con estricta reserva, por sus diferencias con ELCOVE- que se la mandase por e-mail para la futura galería del sitio web del Indio.

Al principio quería los números bajos que a él le faltaban y que yo -le mentí- tenía en originales. Ante el temor que alguien identificase, por detalles como manchas o dobleces, algún ejemplar de procedencia de la fotocopia, revelándose así mi impostura, puse las mil y una excusas: conseguir un buen escáner, el tiempo que me llevaría, el peligro en el traslado y la manipulación de las revistas. Cedo cuando me ruega que le mande al menos la número dos, “El misterio de la gruta”, que a él le falta (y de la que, al conocer la tapa por Internet, en la publicación de ELCOVE, se declaró enamorado a primera vista) y yo poseo fotocopiada, lo que no podría llegar a advertir, ya que la imagen en alta resolución termina quedando fantástica en el ciber y parece extraída de un original. En realidad el original era el que tenía Orestein, y a ése ejemplar responden las crucecitas que aparecen en la tapa, en algunas estalagmitas –o estalactitas- de la cueva de los antepasados, aquélla donde fue encerrado el Gurí por el Tata. Las crucecitas apenas se notaban en la publicación de ELCOVE por la baja resolución de Mercado Libre. El problema es que van a ser claramente visibles en la página de JUANO, y él no se va a dar cuenta, pero puede pasar que algún futuro visitante sea el poseedor actual de la revista, la identifique y lo comente. Pero en fin, ya se verá…



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En el texto hay: comic, coleccionista, historietas

Editado: 24.07.2019

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