Las Claves Del Indio

XXI. LO PERDIDO Y LO RECUPERADO

"en un instante que hoy emerge aislado,

sin antes ni después, contra el olvido,

y que tiene el sabor de lo perdido,

de lo perdido y lo recuperado"

("El Tango", Jorge Luis Borges)

 

Mamá me sugiere ¿por qué no las cambiás con el Enrique?, posiblemente porque me compró en muy poco tiempo “La laguna negra” y “El sombrero de Napoleón” y “Un mensaje a García", e intuye que mi afición a la lectura la puede llevar a decirme un no, ante nuevos pedidos. Un no impuesto por su economía, pero que no quiere llegar a decirme.

Me lo sugiere sin saber que su propuesta, tres décadas después que hubiera muerto, hace nacer la idea que los coleccionistas dejen de pagar estúpidamente cifras siderales en Mercado Libre y se vuelquen al canje, razonable propuesta derivada de mamá, que no llegó a imaginar siquiera la existencia de algo llamado la web, con la potencialidad de hacer crecer exponencialmente esa práctica.

Tampoco podría imaginar que un día muy lejano en el futuro, en Mar del Plata, su hijo, un adulto que no llegó a ver, iniciaría la segunda colección, intentando ir mucho más allá de la primera, intentando recuperar con creces lo perdido, aunque ahora sepa que lo recuperado nunca más volverá a ser lo perdido, porque se acuerda de la vez que viaja a Luján, con la guita de un cheque pos datado, cambiado de apuro y en desventaja a un amigo, ocultándoselo a Cristina, su mujer de entonces como si fuera una cita amorosa con otra mina –quizá con mamá, con la imposible ilusión de volverla a encontrar, vaya uno a saber-, para ver a un tipo que tenía un material increíble en números, cantidad y calidad de conservación, a un precio irrisorio.

Viaja a Luján antes que existiera la web, porque al lote lo encontró en Segunda Mano, la única vía alternativa en aquella época a los parques y las cuevas conocidas. Había en ese lote joyas pre históricas como "El negrero", "Iván el más terrible", "Malas compañías", "Doctor Marciano", "El secreto del sabio", todas con versitos, entre las del Indio. Y más cercanas, míticas para él, las leídas antes de iniciar la primera colección, como "Salto mortal", "Puente al otro mundo" o "El elefante volador", del Indiecito.

Y él, su hijo, vuelve en el colectivo y a medida que va dando vuelta las páginas de las revistas, sobre todo las de su infancia, le va creciendo desde muy adentro una angustia, que desemboca en un llanto imparable. Su hijo termina llorando ahí, en el colectivo, sin que los demás pasajeros ni él sepan por qué. Hasta que, casi al final del recorrido, se da cuenta del motivo: en las revistas no está aquello que buscaba. El descubrimiento no le impide revisar si alguna lágrima cayó sobre ellas.



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En el texto hay: comic, coleccionista, historietas

Editado: 24.07.2019

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