Es como un cuchillo clavándose lentamente en mi pecho
La habitación se hace pequeña poco a poco
Una torrente negra se apodera de mi cabeza:
¿Soy lo suficiente? ¿Qué malo hay en mí? ¿Por qué no me escribe o llama?
El cuchillo hace presión sobre mi pecho una vez más.
La habitación se reduce un poco más...
¿Y ahora?
Siento que se me dificulta la respiración... ¿cómo lo controlo?
No puedo... y mis emociones están fuera de control. Lloro.
Lucho,
lucho,
lucho contra mi propia mente...
Respiro,
respiro... 1, 2, 3,
respira...
La habitación se agranda y la presión se detiene por unos segundos,
Pero el cuchillo sigue ahí...
Clavándose de vez en cuando por mi pecho, impidiendo sanar la hérida,
degustando la carne abierta y no sé hasta cuándo.
Lucho, respiro y no sé hasta cuándo.