CAPITULO : 3
- ¿Y Ruben te dijo eso?- me pregunta Martina
- Siiii tía. Alucinas, ¿verdad?
- Alucinante porque lleva dándote latigazo de indiferencia desde siempre.-me tira Cassy.
Martina y Casandra son mis inseparables. Llevamos todas las secundarias juntas y esperamos seguir igual en el bachillerato. Al principio, Casandra y yo nos llevábamos fatal. Ella y Martina ya eran amigas desde el colegio y cuando yo llegué se sintió desplazada asique la tomó conmigo, pero yo, que no me quedo corta, se las devolvía una a una sin amedrentarme. Cuando por fin comprendió que era una rival digna y a su altura me aceptó en el grupo y empezamos a llevarnos un poquito mejor. De eso hace años luz, ahora nos queremos a pesar de que me meta tanta caña. Ella es la fuerte del grupo y la que siempre da la cara por todas, nadie le calla la boca, también es la que más liga y más puesta está en el tema chicos al menos si la comparamos conmigo.
Martina es la prudente, en eso se parece más a mí, y es la voz de la conciencia del grupo. Tengo la costumbre de acudir a ella para casi todo porque siempre me da buenos consejos y me hace sentir tranquila, que es lo más importante, Cassy es más impulsiva , y lo trasmite en todo lo que dice y hace, antes de contarle nada ya sé lo que me va a decir que me tire a la piscina. ¿Qué no tiene agua? Pues batacazo al canto y a volver a intentarlo, pero ella nunc se queda con las ganas de nada. Martina es dulce y delicada, como una florecilla, y siempre parece no ser consciente de lo guapa que es y eso la hace aun más irresistible aunque a ella los chicos nunca le han interesado mucho, la verdad.
- Que mala eres Cassy. Es verdad que se ha hecho un poco de rogar pero má vale tarde que nunca.
- ¿Un poco dices…?
- Déjala ya Cassy, no le quites la ilusión.
Estamos comiéndonos nuestros sándwiches en la cafetería del instituto, uno de los últimos desayunos porque apenas nos queda un día de clase. La mañana está siendo una mierda, toda llena de exámenes, porque, como siempre, a los profesores les entra la prisa a final de curso. Siempre pagamos justos por pecadores.
- Míralo…- tengo a Rubén sentado en una mesa cercana- Es TAN GUAPO.
- ¿Pero ese no estaba con una universitaria?- pregunta Cassy
- Según facebook ya no, lo han dejado.
- Pues besa fatal, que lo sepas.
Cassy tuvo un affaire con Rubén hace años, pero se empeña en recordármelo siempre que tiene oportunidad pero a mí no me importa porque eran otros tiempos.
- Thank for the info.
- He visto que ha compartido la fiesta de mañana- me dice Martina- ¿Tú vas a ir?
- Tía es que va a ser una pelea con mi madre, y sabes lo que piensa de las fiestas.
- Revélate un poco maja, si yo sacara tus notas mis padres ni me respirarían en la cara.
- Es mi madre Cassy, mi padre no se mete en nada, pero con ella es imposible razonar.
- ¿Y si le decimos que dormiremos todas juntas para celebrar el final de curso?
- Si tu vienes conmigo podría funcionar.
- Vale pues nos pasamos después de clase por su oficina y se lo decimos.
Así como mi madre suele sentir cierto recelo hacía Cassy a Martina la adora. Es la sensación que causa en todos los adultos con su cara dulce y la pinta de no haber roto un plato que , en el fondo, es la pura verdad. Sin embargo Casandra es un torbellino desvergonzado que no se preocupa de fingir delante de nadie, esto incluye a los padres y profesores, por lo que la suelen juzgar más por su apariencia que por su fondo. Yo soy todo un amor, lo prometo, soy una miedica y tímida a niveles desorbitados por lo que nunca me atrevería a hacer nada políticamente incorrecto. ¿Lo del campamento? Es más una medida desesperada que una mentira. Digamos que soy de las que piensan que el fin si justifica los medios por eso voy a mentir a mi madre para poder ir a la fiesta de mañana y ver a Ruben.
- Nos vestimos en mi casa y así tu madre no te ve salir arreglada. – propone Cassy
- Y podríamos dormir en tu casa porque tus padres suelen salir los viernes y así no nos controlan.- contesta Martina.
- ¿Y yo que me voy a poner ¿ Mi armario es de risa.
- Yo puedo dejarte algo pero creo que ya va siendo hora de que renueves un poco. Tu padre te ha dado una tarjeta de crédito verdad?
- Si… pero es para emergencias.- Contesto dudando.
- ¿Y a lo de mañana cómo lo llamamos? Tu sabrás si quieres que Ruben se fije en ti o no, yo solo te digo que van a estar todas las largadas salidas de bachillerato.
Lo medito durante varios segundos, Martina no ha dicho nada pero me mira con el ceño fruncido. A estas alturas estoy tan llena de mierda ya que una cosa más o una cosa menos ya ni se va a notar.
- Está bien, vámonos de compras- digo con condescendencia.
Al salir de clase nos pasamos directamente por la oficina de mi madre, a Casandra la dejamos fuera porque con su presencia seguro que dudan de nosotras. La convencemos en seguida, porque como he dicho Martina causa un efecto muy positivo sobre los adultos, y solo nos hace prometer que no nos iremos muy tarde a la cama y que no nos pondremos hasta el culo de guarrerías. Pobre… que inocente cuando quiere. De allí nos vamos al mc donal , para llenar el estómago, y terminamos en el centro comercial pateándonos cada una de las tiendas que nos gustan. Acabo comprándome un mono palabra de honor, una minifalda que más parecería un cinturón , unas plataformas, un vestido de licra con toda la espalda descubierta y algo de maquillaje porque , normalmente, no paso de ponerme algo de gloss en los labios.
De vuelta a casa cogemos el metro en Sol y nos dirigimos, como siempre hasta Nuevos Ministerios, allí nos separamos porque yo tengo que coger una línea distinta a la de mis amigas.
- ¿Qué vais a hacer ahora?- pregunto antes de despedirme.
- Cenar, me muero de hambre.- contesta Martina.
- Ducharme, que ya huelo- dice Cassy.
- Yo creo que voy a pasarme por casa de Max.
- No pensarás traértelo a la fiesta, te conozco…- me dice Cassy con los brazos en jarra.
- ¿Y por qué no? Se enterará de que voy y no puedo decirle que no venga.
- Es un puto random, siempre va detrás tuya aunque nadie le haya invitado.
Nosotras solemos llamar random a las personas que van a una fiesta, o a cualquier otro acto social, sin ser invitados. Max , por lo general, no solía ser invitado a ningún sitio porque no se relacionaba con demasiadas personas más allá de mi así que , si no le invitaba yo, no lo invitaba nadie.
- Cassy , por favor, tengamos la fiesta en paz.
- Bueno , bueno tu misma, pero cuando estés con Ruben no sé quién va a cuidar a tu perro.
Pongo los ojos en blanco, espero que al menos Martina sea más razonable con el tema. Ella solo me sonríe queriéndome decir que esté tranquila. Qué haría yo sin ella.
Nos separamos, al fin, y cojo el metro hasta República Argentina, desde allí ando unos diez minutos para llegar a casa pero paro antes en la de Max. Como siempre lo encuentro en su habitación, frente a sus cuatro pantallas y con los cascos puestos en la cabeza. Está jugando a Fornite, es un vicio para él, consiguió engancharme durante un tiempo pero como cada vez pasaba menos tiempo en su casa se me fue pasando el mono. Le golpeo en la cabeza para llamar su atención.
- Sexylady, ¿cuánto tiempos llevas ahí?
- Acabo de llegar, ¿y tu?- preguntó refiriéndome a cuanto tiempo lleva enganchado al juego.
- Toda la tarde- contesta encogiéndose de hombros- no tengo nada mejor que hacer.
- ¿Has terminado el trabajo de lengua?
- Sip, ¿y tú?
Asiento con la cabeza. Mi amigo es tan aplicado como yo, y a él no le obliga nadie así que tiene más mérito. Mi madre dice que va a desaprovechar su talento porque quiere dedicarse a crear videojuegos pero él está muy ilusionado y , al menos, podrá ser libre para hacer lo que le gusta. El le contesta que dedicarte a tu verdadera vocación hace del trabajo un placer y no una obligación, ella se encoge de hombros y le ignora.
- ¿Pizza?
- Vale.
- Vamos a a cocina que mi hermana me aviso hace diez minutos.
Nos sentamos en la isleta de la cocina, que es idéntica a la mía, y nos servimos un par de trozos de pizza barbacoa, la favorita de Max, y unos vasos de Coca Cola.
- ¿De donde venias a estas horas? ¿No has dado clase a Ruben?
- ¿Cómo lo sabes?- pregunto arrugando la frente.
- Has venido por la puerta principal, y solo haces eso cuando vienes de la calle.
- ¿Cómo sabes que no he entrado por la puerta del jardín?
- Te hubiera visto…- contesta levantándome las cejas.
- Eres un observer macho. Es que ayer tuve la última clase con Ruben así que esta tarde me fui de compras con las chicas. Por cierto… ¿sabes lo que me dijo?
- ¿Quién, Ruben? Sorpréndeme.
- Que si aprobaba el examen final me debía una cena.
Comenzó a dar pataditas al suelo mientras hago unos ruiditos extraños con mi garganta, siempre que me emociono sueno igual que una sirena. Max, sin embargo, se queda algo serio mientras me mira fijamente.
- ¿Qué pasa?
- Sabes lo que pienso de ese chico, es un merluzo que solo va a lo que va. Ya te he contado mil veces las cosas que le oigo decir en el vestuario.
- Vengaaaa Max, todos los tíos sois así.
- Puedo asegurarte que no.
Ningún chico que se me acerque le gusta, nunca, mis amigas dicen que es porque está coladito por mi pero yo pienso que es porque se preocupa. Max y yo somos como hermanos, siempre lo hemos sido, y nunca ha habido ningún gesto ni comentario que hiciese pensar lo contrario. El estuvo un tiempo coladito por Martina pero , según me dijo, ya se le había pasado.
- Me arriesgaré Max, además que yo no quiero casarme con él.
- Vas a ir la fiesta de mañana supongo.
- ¿Tu también te has enterado?
- Tengo Instagram aunque no lo parezca…
- ¿Y vas a ir?
- ¿Vas a llevarme contigo?
- Ya sabes que puedes venir conmigo siempre que quieras.
- ¿Cassy dice lo mismo?
- No seas tonto Max- le digo mientras me sirvo más Coca Cola- Ya sabes como es Casandra pero es todo de boquilla.
No contesta mientras da buena cuenta de su último trozo. Echo un vistazo al reloj y siento una pereza enorme al pensar que debo irme a casa. Creo que me voy a quedar, como suelo hacer otras veces, y así hablamos tranquilamente de la cena de anoche.
A Max le parece bien así que llamo a casa y le digo a Papa que me quedo con él. Nunca han puesto ningún problema por la relación que tenemos porque saben que es todo muy inocente y que no nos vemos de esa manera. Max me deja una camiseta, que me sirve de camisón, y me meto en la cama mientras él termina una partida que tiene pendiente.
- ¿Cuándo me vas a contar lo de anoche?- me pregunta con el mando en la mano.
- Pues nada, emborraché a mamá y engatusé a mi padre, lo de siempre.- rio.
- Ah, ¿qué tu siempre sueles emborrachar a tu madre? No lo sabia.- bromea.
- Ya me entiendes, manco. ¿Por qué no vienes a calentar la cama?- pregunto con cara de corderillo.
- Cinco minutos. ¿Ya te han formado la inscripción?
- Sip, y ya he pagado la matricula.He cogido habitación compartida con una chica que parecía tranquilita.
- ¿Te dejaban escoger a tu compañera? Que nivel.
- Si , por la página web.
Estoy mirando el Instagram de Ruben, como cada noche. Ha subido una foto en el Telepizza con sus compañeros de clase pero ni rastro de la rubia pechugona con la que estaba saliendo así que Facebook debe de estar en lo cierto y ya no están juntos. Se me escapa una sonrisita que no pasa desapercibida para Max mientras viene hacia la cama quitándose la camiseta.
- ¿De que te ríes ?
- De tus abdominales- bromeo- ¿vas a dormir en bolas?
- Ni que te fueras a asustar a estas alturas de que no lleve camiseta.
- Vale pero no respondo que tengo las manos muy largas mientras duermo.
- Soy todo tuyo muñeca.
A veces no entiendo por qué las chicas no se fijan más en Max. Es cierto que antes era un chico desgarbado con una maraña de pelo negro en la cabeza y la cara llena de granos pero desde hace un tiempo para acá cambio totalmente. Ahora es alto, mide uno ochenta y pico, lleva el pelo continuamente despeinado, pero le queda muy bien, tiene el cuerpo bien fibrado, pero no por el gimnasio si no por el deporte que practica, y lo único que le falla es que es casi tan introvertido como yo y un friqui. Así es como todas las chicas le ven como un friqui inaccesible al que no le interesa el sexo opuesto ni tampoco el mismo. Yo pienso que se pierden a aun chico increíble de los que quedan pocos en el mundo.de hecho yo no conozco a ninguno.
- Oye , ¿qué le has dicho a tu madre para ir mañana a la fiesta?
- Que duermo con Martina.
- Interesante… Espero que no te vea después en las redes sociales.
- Mi madre no mira esas cosas Max, no soñé ni cómo sabe usar el iPad.
Reímos. Es increíble lo bien que nos entendemos, creo que lo echaré mucho de menos estas vacaciones, intenté que se viniera conmigo pero dice que el aire libre no es para él. Me acomodo sobre su pecho, siempre acabo durmiendo así y babeándole entero, pero el me deja porque me quiere y porque no consigue quitarme ni a empujones.
- ¿T e estás durmiendo?
- Creo que si… ¿te he manchado ya de babas?
- Espero que no…
Me hace cosquillas en la cabeza, sabe que me encanta, soy como un gato, y es la manera de conseguir que me duerma antes. Me parece que no tardo ni diez minutos más en caer frita. Esa noche sueño con Ruben , y con sus increíbles ojos, pero es un sueño muy raro porque no para de hacerme gestos para que me acerque a él pero no lo consigo. Por más que intento acercarme a él y correr siempre se aleja más y más. Cuando me despierto sobresaltada son las seis de la mañana y La Luz del sol comienza a colarse por la ventana de Max.