Es Martina la que me peina , unas ondas bien marcadas, y Cassy la que me maquilla. Me siento como una princesa en la noche del baile. Se que he dicho que nunca me maquillo el rostro pero Casandra es tan insistente que me exaspera y acabo diciendo por no escucharla. Dice que lo más importante es resaltar mis pómulos y dar brillo a los puntos de luz. Ni pajorela idea de lo que significa eso así que la dejo hacer sin cuestionar nada. Los ojos los resalta con un delineador de pasta negra por arriba, por abajo y por dentro del ojo. Esto último se vuelve casi misión imposible porque odio que me toquen los ojos y me retuerzo como un gusano. Suerte que son waterproof, según me han dicho, porque no paro de llorar y temo tener que volver a repetir todo el proceso. Para terminar un kilo de mascara de pestañas y un labial mate color beige. Cuando me miro al espejo solo puedo fijarme en mis ojos. Y me da la sensación de que soy un payaso, pero conforme dejo pasar algo de tiempo , e intento hacer caso de Martina que insiste en que estoy genial, me voy viendo cada vez más mona y hasta me empieza a gustar.
- Eres una artista Cassy- digo emocionada mientras le doy un beso en la mejilla.
Ellas son mucho más rápidas que yo, por lo visto yo era caso más extremo, así que en media hora están a punto para marcharnos. Martina se ha dejado el pelo suelto. Lo tiene perfectamente liso y no necesita hacerse nada más. Como maquillaje algo de colorete, que en contraste con su piel blanquecina queda muy bien, y un poco de rímel y lápiz negro. En los labios solo lleva muy brillo como hace siempre.
- Chicas un selfie para insta – propone Casandra preparando el móvil- hastag lascosasquenuncahice.
- ¿Las cosas que nunca hice? Que hashtag es ese?
- Uno que me acabo de inventar- contesta risueña- Pero ya veréis como lo hacemos viral este verano. Este va a ser nuestro verano, en el que todas nosotras haremos cosas que nunca hemos hecho. Prometedlo.
Casandra muestra cada uno de sus meñiques a la espera de que se lo estrechemos y nosotras lo hacemos.
- Yo voy a irme de campamento a escondidas de mis padres… Es la primera vez.- digo.
- ¿Qué le mientes?- me pregunta Martina.
- Que voy de campamento…- porque mentirles les he mentido bastante .
- Ya decía yo… Yo voy a ir a Estados Unidos. Es la primera vez.
- Y yo tengo un secreto. También es la primera vez- añade Casandra.
Las dos la miramos sorprendidas. ¿Nuestra amiga un secreto? Si algo la caracteriza es la bocaza que tiene. Es incapaz de callarse nada, al menos con nosotras, y todo nos lo tiene que contar. Es como una necesidad patológica que va intrínseca a su persona. Le insistimos un poco pero según nos dice “los secretos están para guardarlos”
- Además si os lo cuento ya no tendría nada que aportar a “las cosas que nunca hice”
- Visto así tienes razón- puntualiza Martina.
- ¡Chicas tenemos que irnos! – exclamo cuando me doy cuenta de lo tarde que es.
Salimos de casa de Casandra camino de la estación de Argüelles , que nos pilla a un tiro a pie. Allí cogemos la línea cuatro dirección Pinar de Chamartin. A esta hora el metro está repleto de gente bastante peculiar. Recuerdo que hasta que cumplí los quince años mis padres se negaban a dejarme ir en metro y mi hermano se veía obligado a llevarme a todas partes. Supongo que por haber sido zona prohibida me despierta tantísima fascinación. Me encanta fijarme en las caras de las personas e imaginarme de donde vienen y hacia donde van. A veces , si el viaje es muy largo, me dedico a inventarme vidas ficticias para cada uno de ellos. El profesor, que va con su maletín de cuero marrón, hacía su casa después de un día duro luchando con adolescentes hormonando; El mecánico que vuelve a casa con su mono de trabajo manchado de grasa; Los universitarios que han terminado un día largo en la facultad y se des estresan escuchando música con sus cascos Beats…
Nos bajamos en San Bernardo para hacer transbordo con la línea dos dirección Cuatro Caminos. Lo hemos tenido que calcular con el móvil porque nunca habíamos ido hasta allí y, obvio, no sabíamos llegar. Suerte que para orientarme y seguir mapas soy bastante estabilidad porque Martina tiene una orientación pésima y Casandra , directamente, no tiene.
- Ahora tenemos que bajarnos en Canal y coger la línea siete.
- ¿Otro transbordar? ¿Pero dónde está la puta discoteca en Mordor?- se queja Casandra.
- Por lo menos…
Después del transbordo nos bajamos , por fin, en Alonso Cano y seguimos hasta la discoteca dando un paseo. Ha Casandra tanto transbordo le ha valido para quedar con un grupo de tíos de segundo que habían contestado a su foto de insta. Yo creo que si Cassy tuviese que elegir su vocación seria la de relaciones públicas porque juraría que ha llenado ella solita el reservado de la discoteca. El edificio es bastante moderno y llama la atención desde la distancia. Lo que más me impresiona son sus escalones negros iluminados por un puñado de lucecitas LED.
- Oye chicas, ¿para entrar aquí no tienes que tener veintiún años?
- ¿Y preguntas ahora Martina? Venimos a un reservado solo tenemos que presentar la entrada.- Contesta Casandra orgullosa.
- ¿Cómo las has conseguido?
- Las vendían los de segundo. Nosotras no hemos tenido que pagar por ellas.- añade meneando las cejas arriba y abajo.
- Pues suerte que venimos contigo- le digo.
- Ya ves hija, porque anda que tu querido Rubén te ha ofrecido alguna. Ni si quiera en agradecimiento por haber aprobado el examen final… En su puta vida se hubiera visto en una de estas.
Siento un nudo en el estomago porque Casandra tiene razón. Rubén ha pasado conmigo cada tarde del último curso y ni si quiera me invitó directamente a venir a la fiesta. Lo cierto es que si no me hubiera enterado por su Instagram de que venía ni nos hubiéramos visto. Mis ilusiones empiezan a disiparse incluso antes de haber entrado a la discoteca.
El edifico por dentro me parece increíble. Es enorme y está decorado de una manera muy elegante y con mucho gusto. A mi no se me ocurre otra cosa que ponerme a pensar en que a mi madre le encantarían las lamparas del techo y el forro de los sillones. El reservado es más lujoso aun . Ahora entiendo a mi hermano cuando decía que teníamos nivel celebrando la fiesta de fin de curso allí. Es raro que nos lo hayan permito puesto que los anfitriones solo tienen dieciocho años pero apuesto a que alguno habrá tirado de contactos. Al fin y al cabo quien se negaría a celebrar un evento de La Sorbona. En Madrid a mi instituto se le conoce como bastante elitista y a nosotros como unos snob consentidos y descerebraos. Pero lo cierto es que de el salen algunas de las mejores notas de la ciudad, incluso del país, y muchos de sus alumnos acaba en universidades como Harvard, Princeton, Yale o incluso Oxford. Prácticamente hacemos la secundaria completa en ingles con vistas a terminar estudiando en el extranjero.
Alguno de los alumnos de segundo ya están dentro del reservado y nos saludan nada más vernos entrar. Bueno, más bien saludan a Casandra y después a nosotras por obligación. Han llegado pocas chicas de momento así que somos un poco el centro de atención. Doy gracias de que Martina esté con nosotros porque Casandra tarda segundo en desaparecer. Según ella va a saludar a no sé qué compañero volley que hay por allí. Probablemente no regrese hasta dentro de una hora.
- Qué bonito es esto , ¿no?
- Me encanta tía. Tengo ganas de desfasar esta noche- Grita Martina.
- ¿Tu desfasado? ¿A qué se debe?- me extraña tanta euforia por su parte
- Para añadirlo a lascosasquenuncahice
- Buen argumento. ¿Pedimos algo de beber?
- ¡Venga!
Suerte que tenemos una barra para nosotros porque la discoteca está a rebosar incluso para ser tan temprano. Me consta que es una discoteca que está muy de moda porque veo las publicaciones en Instagram a diario. Muchos famosos y conocidos pasan las noches aquí nos lo ha contado Casandra mientras veníamos. Hablando de Casandra no se la ve por ningún sitio. De hecho creo que ni si quiera está en el reservado porque aun está algo vacío y no alcanzo a verla por ninguna parte.
- Coca cola cero por favor- le digo al camarero.
- ¿Y qué le echamos a la Coca Cola?
- Mmm…¿hielo?
- Tía no seas pava y bébete una copa que es fin de curso- susurra Martina.
Bueno igual tiene razón y lo que necesito es un copazo para inhibirme.
- Vale Coca Cola con ron miel.
- ¿Ron miel?- ríe Martina- Bueno me vale. Para mi que sea un vodka con naranja.
El camarero , que está bastante bueno, nos sirve las copas y nos invita a un chupito que se toma con nosotras. Un chupito se convierte en tres y antes de dar si quiera un buche a mi copa ya me siento algo mareada. Si soy sincera estaba bastante malo pero eso del tequila, el limón y sal molaba bastante y me hice varios Boomerang que subí en seguida a insta. El ultimo brindis fue por lascosasquenuncahcie y aunque el camarero tenia mucha curiosidad por saber de qué se trataba no se lo quisimos decir. Puede que le interesase más nuestro número de teléfono pero se iba a quedar con las ganas.
- Nena mira, ahí está Ruben.
Mi Dios griego hizo acto de presencia en el reservado con unos vaqueros ceñidos y una camiseta de licra que dejaba ver su buena forma física. Las tardes en el jardín le estaban dando su fruto. La sala se había llenado bastante mientras estábamos distraídas con el camarero y el grupo de chicas , bastante llamativas, se habían acercado a Rubén para saludarlo. De Casandra seguía sin haber rastro y la verdad es que hubiera agradecido su presencia para que me ayudara a acercarme a él porque me moría de vergüenza.
- Cuanta guarra suelta que asco.
- No seas chunga Babi- ríe Martina- ¿has visto a Cassy por alguna parte?
- Le perdí de vista cuando nos dejó solas y por aquí no está. La que si que está es la ex de Ruben. Mírala.
- Joder tía está buenísima.
- Gracias …
La ex de Ruben era chica debía de sacarme dos cabezas, ademas de tres años, estudiaba en la universidad aunque era famosa por tener serrín en la cabeza y era muy pero que muy guapa. En el instituto era la capitana de las animadoras y también estaba en el equipo de gimnasia rítmica. Creo que incluso vino a clases de ballet durante algún tiempo. La tía era asquerosamente guapa y estaba asquerosamente buena . Si tenía que competir contra eso estaba perdida.
- Necesito a Casandra joder, ¿dónde coño está?
Cuando empezaba a soltar tacos era que estaba perdiendo la paciencia ,y mucho ,porque por lo general solía ser muy comedida pero al final todo se pega como dice mi madre