Recuerdo cuando te vi por primera vez.
Llegué apurada, emocionada, por ser el primer día del comienzo del secundario.
Y vi a los nuevos.
Y te vi.
Mantuvimos contacto visual por unos segundos que se me antojaron eternos.
Luego me diste una pequeña sonrisa.
Y me caíste mal.
Definitivamente me caíste mal.