El universo estaba empeñado en hacerme la vida imposible.
No solo hizo que, por esas casualidades de la vida, te sentaras cerca de mí, sino que también hizo que te conviertas en mi compañero de clase en tecnología.
Genial todo. No podía irme mejor.
Aun así no cruzábamos muchas palabras.
Creía que era porque estabas igual de encantado que yo con la idea de estar juntos. Tal vez fue así, no lo sé.
Pero en mi caso… no soy una persona habladora. Y a eso sumémosle mi malestar.
Sin embargo intentaba ser amable cada vez que hablábamos.
Si es que a un “sí, creo, bueno, dale” se le puede llamar hablar.
Y así estuvimos hasta por mitad de año.