Empezamos tercer año.
En un principio, mi compañera de banco fue la que era, en ese entonces, mi mejor amiga.
Pero unos días después de haber comenzado, los profesores decidieron asignarnos nuevos lugares por nuestra pésima conducta y adivina con quien me pusieron.
Si, exacto. Con vos.
Dijeron que hacíamos un buen equipo juntos.
Y mientras, me encontraba exuberante de felicidad, porque no solo yo creía que estábamos bien juntos.
Los demás a nuestro alrededor también comenzaban a notarlo.