Desde el incidente de los posibles celos, todo continuó con normalidad.
Ninguno se atrevió a decir nada sobre ese día y supongo que estaba bien.
Pero ocurrió algo que verdaderamente me dejó pensando…
Ambos nos encontrábamos riendo por alguna tontería que habías hecho, lo cual era normal.
De repente vos paraste de hacerlo y me miraste, yo paré porque me pone nerviosa sentir la mirada fija de alguien en mí, especialmente la tuya.
Te devolví la mirada aun sin poder borrar la sonrisa de mi rostro, le hiciste un escaneo a mi rostro y entonces, seriamente, soltaste las siguientes palabras:
“Estás jugando con fuego”