No podías terminar el año sin haber hecho algún desastre, ¿verdad?
Tercer año se iba, por lo tanto el último día lo teníamos libre.
Ya no había nada más que aprender por ahora.
Vos y unos compañeros se encontraban afuera haciendo de las suyas.
Yo estaba adentro escuchando hablar a mis amigas y participando de vez en cuando.
En un momento te acercaste a la puerta y me saludaste a través de la ventana de la misma.
En otro momento te encontrabas con uno de esos secadores enormes que usan los porteros, amenazando a tus amigos.
Y en otro, ese secador se hallaba incrustado en el vidrio de la ventana por la que me habías saludado.