Una vez agarraste uno de mis lápices y en la punta opuesta a donde sobre sale la mina, hiciste una marca.
“Para que te acuerdes de mí” -dijiste en broma.
Yo solo reí y lo guardé ya que no necesitaba usarlo.
Irónicamente pasó un año y aun no se termina.
Y no es que no lo uso.
Lo importante radica en que lo tomé como una especie de amuleto.
Lo uso para las evaluaciones en las que lo necesito (lamentablemente, solo en matemática), para escribir, dibujar, etcétera.
Cosas que necesito que salgan bien.
Triste pero verdadero.