Nos encontrábamos preparando todo para hacer el trabajo.
Por supuesto que primero me había mirado en el espejo unas veinte veces, pero después recordé “¿para qué?” y lo dejé pasar.
Aunque la tentación por hacerlo una vez más era demasiada.
Mi mamá estaba en la cocina, que por mala suerte significaba que estábamos en el mismo lugar porque no había una división entre cocina y comedor.
Su interrogatorio había comenzado apenas había salido de su pieza.
Y por supuesto que te daba de lleno a vos, más especialmente a tu vida amorosa.
Cada tanto no podía dejar pasar el hecho de tratar de cargarte sobre ello, y mis amigas no se quedaban atrás.
Yo era la única que salía en tu defensa.
Tomando el papel de hermana/amiga que me habías dado.
Aun así fue una tarde divertida.