Todo esto del trabajo me hizo acordar a uno que hicimos unos meses antes, o el año anterior.
No recuerdo bien, pero sí sé que solamente fuimos vos y yo.
Como siempre fuimos a mi casa.
Nunca voy a entender porque no ofrecías la tuya, aunque una vez nos invitamos solas solo por curiosidad, a lo último saliste con que no era posible y terminamos en mi hogar.
Esa vez estaba muchísimo más nerviosa que nunca… porque éramos los dos solos.
Y ni siquiera mi mamá cuando más necesitaba que moleste se dignó a salir de su pieza.
Podría jurar que estabas igual que yo.
Vos que siempre tenías algo para decir… ya sea un comentario sobre algo, una broma o cualquier cosa, estabas completa y absolutamente mudo.
Y yo era la que intentaba sacar tema de conversación.
Los roles se habían intercambiado y me resultaba tierno y divertido a la vez.
Sin embargo desde ese día decidimos algo de forma implícita.
No más trabajos solos.
Y así fue.