El día que debimos presentar el trabajo de Inglés, te quedaste completamente sin voz.
No voy a negar que ese hecho no me divirtió.
Porque lo hizo y mucho.
Era imposible no sonreír burlonamente cada vez que me pasabas un papelito con lo que me querías decir expresado en palabras.
O como te habías convertido en mí, al observar a todos con atención en absoluto silencio… o más aun cuando hacías gestos intentando mostrar tus emociones.
Yo tuve que leer en tu lugar y estoy segura de que el no haber tenido que leer tu parte, te puso sumamente feliz.
Porque a pesar de parecer muy seguro de ti mismo, no lo eras.
Y eso te hacia demasiado tierno cada vez que se notaba.
Pero igual, hubiese deseado tenerte mudo por muchísimo más tiempo.
Calladito te veías más lindo.