A pesar de todo, al parecer, no podías estar más lejos en un radio de un banco alrededor.
En otras palabras, te tenía al lado. Solo que esta vez estaba P como muro de separación, y pensé que eso estaba bien.
Los primeros días nuestra interacción era casi nula.
Hasta que una mañana gritaste: “¿para cuándo el asado?”
Nunca voy a entender esa manía tuya por gritar aunque la persona este al lado tuyo, pero supongo que hay cosas que nunca cambian.
Yo respondí que te seguía esperando. El año pasado habíamos dicho que él iba a ir a mi casa a cocinarlo, y yo dije que solo si se lo pagaba.
Por supuesto que iba a ayudarlo en eso, pero quería ver que hacía.
Quedamos en que algún fin de semana íbamos a juntarnos a comer, obviamente mis amigas se unieron pero no importó, pensé que por fin estábamos volviendo a ser nosotros.
No obstante, al igual que el año anterior, sigo esperando.