A pesar de mis sentimientos confusos de odio y amor hacia tu persona, seguimos como siempre.
Ni mucha charla, ni mucho alejamiento.
Para intentar probar el punto de que quizás era hora de elegir un bando u otro, decidí molestarte como solía hacerlo.
Teníamos hora libre y de una hoja que había usado anteriormente, formé todos bollitos de papel que empecé a lanzarte.
Con los primeros ni te inmutabas, ya luego me miraste pero nada más. Volviste a lo tuyo: mensajes con tu novia.
Ya a lo último me rendí y dejé de hacerlo. Pero P quiso ayudarme y te movió la mochila en donde tenías apoyada la cabeza.
Vos, como respuesta, te levantaste y enojado mientras murmurabas por lo bajo, te fuiste a otra parte.
Y desde ese momento no me dirigiste más la mirada, ni volviste a hablarme.
Por primera vez te habías enojado conmigo.