Habían pasado casi dos semanas en donde la especie de ley de hielo seguía vigente, a pesar de todo.
Me encontraba haciendo fila, o mejor dicho, intentando colarme en la fila (el hambre no se hace esperar) para poder comprar algo para comer, cuando escucho que llegas vos con tus bromas molestas hacía todo el mundo, pero que no eran molestas de las que te hacían enojar, sino todo lo contrario.
No obstante, no te presté atención, seguí mirando que iba a comprar, hasta que siento que alguien me muerde el hombro. Inmediatamente me doy vuelta para ver al causante de esto y te encuentro mirándome con cara de quién no hizo nada.
“Pensé que eras una medialuna”
Fue lo que respondiste y yo solo pude mirarte como si se te hubiera salido un tornillo de la cabeza. Te encogiste de hombros y miraste al frente, seguí tu mirada y me di cuenta de que era mi turno.
Cuando acabé de comprar seguía igual de extrañada por tu acto, pero a pesar de todo sonreí y al pasar te golpee como respuesta a eso.
Porque sabía que con ese extraño gesto para todos, en cierta forma, habías regresado.