Hay veces en las que tus tonterías son como un salvavidas para mí.
Es como si tuvieras el don natural de la idiotez, pero una idiotez buena (al menos, la mayoría de las veces). Una idiotez que puede hacer reír hasta a la persona más amargada del mundo.
Porque hasta en mis días más grises, lográs sacarme una sonrisa. Porque sos una de las pocas personas que logra hacerme largar una carcajada y que calma mis nervios cuando más lo necesito.
¿A propósito? ¿Sin querer? No lo sé.
Pero alguna vez tenía que agradecerte por eso.
Porque esa es una de las cosas que me tiene enganchada a ti. Tu forma de ser, la parte que encanta a todo ser viviente.
Y porque, aunque no quiera sonar cursi, ni poética, te convierte en la luz de mis momentos de oscuridad.