Siempre tuviste curiosidad acerca de quién me regalaba las pulseras, anillos, dijes o demás alhajas que utilizo.
Como si hubiera alguien especial detrás de ello, supongo que yo les doy ese trato especial, ese de cuidarlo con mi vida.
Por eso siempre estabas revisándolas, pidiéndomelas para probártelas.
Y en una de esas, una de mis pulseras, ese día, se fue contigo.
No me di cuenta hasta que llegué a mi casa y vi que mi muñeca se notaba vacía (un poco exagerado tal vez, pero muy real)
Tengo que admitir que si se hubiese tratado de otra persona, probablemente me habría agarrado un ataque, pero sabiendo que estaba en tus manos, no me preocupé.
Por sentía que ibas a cuidarla, porque sabía que sabías que era importante para mí ya que era una de las que hace mucho tiempo no me despegaba.
Irónico, ¿no? Porque hace unos días la perdí, desapareció y tengo la certeza de que nunca más regresará.
Como justamente, lo está empezando a hacer el sentimiento que alberga en mi corazón.