Una mañana tuvimos una convivencia fuera de la escuela como era normal que pasara, al menos, una vez todos los años.
Era muy probable de que fuera la última de todas, y lamentablemente el tiempo no nos acompañó. Pero a pesar de todo, todos decidimos que haríamos todo lo posible por asistir.
Al parecer vos no estuviste de acuerdo en eso y elegiste quedarte durmiendo.
Sin embargo a mi cabecita le gustaba recordarte por más de que estuvieras ausente, y así lo hizo cuando nos pusimos a decorar unos frascos.
Yo comencé a dibujar diferentes formas en cartulina para luego recortarlas y ahí fue cuando se me vinieron a la mente imágenes de los dos dibujando entre clase y clase.
Y por supuesto ese maldito sentimiento de querer que estés ahí, el cual había intentado ocultar todo el tiempo.