Cerca de nuestra ciudad, todos los años se celebraba un evento donde industrias de todas partes venían a ofrecer sus productos.
Con mi Parabatai decidimos ir, y parábamos en todos los puestos donde se veían dijes, pulseras, anillos, etcétera.
En uno de esos encontré un dije que interiormente me hizo pensar que era perfecto para vos, y cuando mi parabatai lo vio no dudó en hacérmelo saber.
Se trataba de uno con una tijera y un peine cruzados, cosa que obviamente hacía referencia a la peluquería.
Inmediatamente una lucha comenzó en si debía comprártelo o no. Pero si lo hacía, ¿qué diría? ¿Cómo te lo daría? Rápidamente vino a mi cabeza la idea de hacerlo anónimamente.
Sin embargo, después de unos minutos de gran incertidumbre, ganó el no.
Y con eso llegué a la conclusión de que mi cobardía iba a ser eterna.