Creo que el baldazo de agua fría que apagaría las cenizas que siempre te encargabas de encender y apagar dentro de mí finalmente llegó.
O al menos, realmente fue uno fuerte, uno que las dejó muy débiles, tanto que verdaderamente tendrías que hacer algo gigantesco para volver a hacerlas arder.
¿Y cuál fue? Tu actitud.
Tu forma de ser con las personas, tus contestaciones, tus faltas de respeto, toda esa parte de ti fueron las culpables.
Aunque siendo franca, estuvieron ahí todo el tiempo, solo que no lo supe aceptar, y en estos últimos días seguía en la etapa de negación, pero la realidad era inminente y no podía escapar de ella.
Creo que nunca le había encontrado tanto sentido a la frase “el amor nos hace ciegos” como ahora.