Las Crónicas de Aincrad Vol.1

Vica

Pareciera que llevara una eternidad dormido. Mi visión estaba aclarándose mientras mis parpados se abrían una y otra vez. Una vez abiertos y mi visión fue aclarada pude contemplar un claro y hermoso cielo azul. Sentía mi avatar entumecido, pude confirmar que mi barra de HP estaba al verde y completamente llena, la brisa del viento golpeaba mi rostro y mi equipamiento de aventurero. Seguía en Aincrad.

— Tienes el sueño muy pesado, Kiboy

La voz de Argo me hizo girar la cabeza, ella estaba con su espalda recargada en un árbol a la cercanía. La sombra de aquel se proyectaba hasta mi lugar de reposo. Solté un pequeño suspiro relajante. Otro par de jugadores se encontraban presentes en los alrededores conversando entre sí, era el escuadrón que había venido antes al rescate y sin darme cuenta eso me ocasionó una pequeña sonrisa en el rostro. Significaba que todo estaba bien. Incluida la niña quien ya estaba despierta hablando con un joven de cabellera azul. Al instante en el que los vi recordé los sucesos anteriores, había sido una batalla intensa. Suspiré tranquilamente mientras observaba los rostros de todos, uno a uno. Al único jugador que esperaba encontrar además de la presencia de Vica, era a aquel que salvé en el calabozo. Debió escapar a tiempo. Pasaron segundos desde que salió corriendo a través de los pasadizos de aquel oscuro calabozo hasta que llegaron los refuerzos.

— Oye, Argo. —me levanté del suelo mientras buscaba a esa persona con la mirada. De cierto modo me avergonzaba no recordar siquiera su nombre. ¿Por qué no lo recordaba?

— Dime. —asintió claramente interesada por mi forma de buscar.

— Falta alguien.

— ¿Quién? Estamos todos. Diabel y su grupo, la niña y tú.

Argo me miró con incredulidad fijamente. Yo la observaba confundido.

— Estoy hablando del hermano de la niña. ¿Dónde está él?

— Oh…

La rata suspiró mientras hacia una mueca al respecto.

— Tú estabas con él, debió morir en ese instante, ¿no? Por eso llorabas.

¿Estaba llorando? Pero no recuerdo derramar ni una sola lagrima… Creo que fue en el momento cuando estaba lamentando que moriría.

— Él escapó, logró escapar, yo vi que se fue a través del pasillo.

Juraba que había sido así. Después de todo, esa fue la orden que le di y vi que la estaba cumpliendo. Incluso me había gritado que nunca iba a olvidarme, incluso él sabia que iba a morirme y él iba a sobrevivir.

— Kirito, cuando entré con los muchachos no vi a ningún jugador corriendo de regreso en el calabozo a excepción de puros monstruos… No me digas que…

Argo pareció percatarse y yo también. El muchacho que había sonreído y había sido rescatado al final murió a causa del desmayo en pleno calabozo rodeado de monstruos sin nadie que pudiera ayudarlo, en ese momento supe que había cometido un error al decirle que escapara. Si se hubiera quedado conmigo pude haberlo protegido mientras la ayuda llegaba, pero escapó, corrió hasta donde pudo llegar y al desmayarse, los monstruos de la zona debieron acribillar su cuerpo sin piedad hasta que su HP llegó a cero Murió solo. ¿Qué sentido tuvo entonces quedarme ahí a luchar contra todos esos monstruos? La niña aún decaída me miraba fijamente con el rostro decaído y yo la miré a ella, con mis ojos cristalinos, no soporté tanto poder verla así que mantuve mis ojos lejos de ella. No tenía el derecho de mirarle el rostro.

— Lo siento… Yo no pude…

— No pudo ni podía hacer nada nadie Kirito. —respondió Argo amargamente.— No pudiste salvar a ese jugador porque fuiste muy débil.

Eso realmente me había hecho enojar, alcé la mirada hacia ella mientras sentía como las lágrimas se deslizaban acariciando mis mejillas. Antes de que pudiera reclamarle al respecto ella logró interrumpirme.

— Y yo no pude hacerlo porque fui demasiado lenta.

Se acercó a mi lentamente y se sentó en cuclillas frente a mí, quien seguía sentado en aquel pastizal. Darnos cuenta de este detalle hacia que todo lo que habíamos hecho fuese en vano. ¿Qué sentido tenía haber casi sacrificado nuestras vidas?, ¿Mi vida?

— No es culpa de nadie. —dijo la niña que esta junto a nosotros. — Esto fue decisión suya. Mi hermano hizo todo para salvarme y decidió poner su vida en lugar de la mía.

El hombre de cabello azul la miraba mientras se dedicaba a abrazarla, todos en ese momento teníamos una espina clavada en lo profundo de nuestros corazones y almas. Cada día cientos de jugadores mueren y no había ni siquiera indicios de encontrar por lo menos una ruta hacia las puertas del primer jefe. La esperanza que tenían los jugadores era nula. De no encontrar ni siquiera esas puertas la moral bajaría hasta el punto donde ningún jugador se atreva a salir fuera de la seguridad del pueblo de los inicios.

— Si tu hermano se sacrificó, fue por una buena razón. —habló aquel peli azul que lleva por nombre Diabel— Él te ha regalado tu vida y ahora, es tu deber como su hermana menor continuar con ella. ¿De acuerdo, Vica?

La menor simplemente no pudo evitar explotar en llanto agachando su cabeza recibiendo así el consuelo de aquel hombre que la abrazaba mientras ella dejaba que sus lagrimas se derramaran en aquel mundo virtual, donde terminaban desapareciendo poco después de abandonar su rostro con pequeños brillos casi imperceptibles. Lo mismo sucedía con mis lágrimas. Esta definitivamente no era una victoria. No se sentía así.




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